A pesar de que Leonel Luna, presidente de la Comisión de Gobierno en la Asamblea Legislativa (ALDF), tiene en sus manos un dictamen que establece las condiciones de 10 edificios de la unidad habitacional ubicada en Gitana 243, en Tláhuac, los residentes no han podido tener acceso a éste. El vecino Jorge Cabrera Ávila dijo a Excélsior que durante una segunda reunión que sostuvieron con el legislador durante diciembre de 2017, en la ALDF, les comentó que no les podía entregar el documento, debido a que era un predictamen al que le faltaba el proyecto de los trabajos de reconstrucción.
Nos lo mostró, pero nunca nos lo dejó ver u hojear, todo el tiempo lo tuvo entre manos y nos dijo que no nos lo podía dar, sino hasta después de cinco semanas que ya hicieran los estudios para ver cómo quedaría todo el proyecto de reconstrucción, desde entonces no ha habido avances”, señaló. El vecino aseguró que ese documento no era un predictamen, sino un dictamen bien elaborado por lo que alcanzó a ver; sin embargo, las labores para entregárselos se han retrasado, por lo cual, sospechan que la razón es que están esperando a que sean tiempos muy cercanos a las elecciones y condicionar el apoyo.
Estábamos muy emocionados con el apoyo que teníamos de Leonel”, dijo el vecino. Sin embargo, después de cinco semanas que no te entregan un dictamen, en medio de un proceso de selección de precandidatos a la alcaldía de Tláhuac, sí nos hace pensar mal; nos preguntamos si la buena labor era para venir a presentar el proyecto días antes de la elección y capitalizar el apoyo”, cuestionó. Otra vecina, de nombre María del Carmen Mendoza, señaló que a través del ingeniero Javier Vértiz, quien es colaborador de Luna, ha pedido el dictamen para poder hacer válidos los seguros de sus departamentos ante el Fovissste y el Infonavit, sin embargo, la respuesta ha sido negativa.
Nos dijo que para qué queremos el dictamen si ya nos van a entregar el proyecto de reconstrucción completo y por eso estamos atados de manos”, acusó. En tanto, cerca de 80 familias aún viven en los edificios que han sido apuntalados, a pesar de que saben que eso implica un riesgo para sus vidas.
Fuente: Excelsior