Pasar un fin de semana tranquilo, comprando artesanías, degustando la comida regional o simplemente sentado en la plaza de uno de los pueblos de Guerrero dejó de ser un lujo que fue cambiado por escenas aterrorizantes de descabezados, quemados o descuartizados como algo común.
Chilapa de Álvarez es el segundo municipio más violento del país con una tasa de 139 asesinatos por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio en México es de 16.9.
La ciudad de Chilapa, conocida a nivel nacional por sus artesanías típicas, su tianguis, que se instala los domingos en el zócalo, y por su iglesia, pasó de ser una ciudad tranquila y un buen lugar para vivir a mediados de 2014 a ser el segundo municipio más violento en la actualidad, sólo detrás de Tecomán, Colima, donde la tasa de homicidios es de 181 por cada 100 mil habitantes.
Todo esto, según las autoridades, por el enfrentamiento entre grupos de la delincuencia organizada que se disputan el control del territorio, pues, a pesar de que Chilapa se ubica en la zona centro del estado, es la puerta de entrada o salida de la región de la Montaña, por donde se saca la goma de opio y la mariguana. Es una zona de trasiego.
Chilapa es una ciudad urbanizada con todos los servicios. Se ubica en la región centro del estado y está localizada a unos 54 kilómetros de Chilpancingo, sobre la carretera federal que conduce a Tlapa de Comonfort.
Colinda al norte con Zitlala y Ahuacuotzingo, al sur con Quechultenango y Atlixtac, al este con Atlixtac y José Joaquín de Herrera; al oeste con Tixtla y Mochitlán. Varios de estos municipios son lugares propicios para el cultivo de la amapola y son controlados por grupos de la delincuencia organizada.
El conteo poblacional 2015 reporta en este municipio 129 mil 867 habitantes. La población indígena que habita en la zona habla principalmente náhuatl y en menor número tlapaneco y mixteco.
Ante los hechos de violencia que se presentaron a partir de julio de 2014, las autoridades federales anunciaron el 25 de enero de 2016 la creación de un cuartel militar para Chilapa, para reforzar la presencia militar en la zona, pero ni aun así cede la violencia.
Don Remigio, vecino de Chilpancingo, platica que a él le gustaba visitar Chilapa los domingos. “Nos íbamos a pasar todo el día en Chilapa, salíamos temprano en el carro y llegábamos a almorzar, ya fuera al mercado o a los puestos de comida de los alrededores del zócalo.
Excelsior