Hassan Nasrallah, líder del grupo islamista chiita Hezbolá, fue asesinado el viernes durante un ataque aéreo israelí en un suburbio de Beirut. Nasrallah, quien lideraba la organización desde 1992, había permanecido en la clandestinidad desde el conflicto entre Israel y Hezbolá en 2006. Durante su mandato, Hezbolá se consolidó como una fuerza militar y política clave en Líbano, con fuerte apoyo iraní.
Nasrallah fue una figura influyente en el Líbano, pero también enfrentó críticas, especialmente tras el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005, en el cual fue señalado, aunque nunca formalmente acusado. Su vida se mantuvo en gran parte oculta, pero continuaba impactando la política libanesa y regional a través de sus discursos.
Hezbolá, fundado en 1982 con el respaldo de Irán, ha sido un adversario constante de Israel, con el conflicto de 2006 como uno de los momentos más críticos. Este grupo, designado como terrorista por varios países, incluyendo Estados Unidos y la Unión Europea, cuenta con un vasto arsenal militar y una red de apoyo social en Líbano. A pesar de los golpes recibidos, expertos sugieren que la estructura de Hezbolá es lo suficientemente sólida para resistir la muerte de su líder.
Con la escalada actual del conflicto entre Israel y sus adversarios en la región, el futuro de Hezbolá es incierto. Aunque la muerte de Nasrallah representa un golpe significativo, se espera que el grupo mantenga su influencia, aunque enfrentará desafíos para mantener su cohesión interna en los próximos meses.
Información de la mano con Excelsior
