Bryce Casavant fue despedido en 2015, cuando le pidieron matar a los cachorros de una osa a la que habían encontrando hurgando en la basura y robando comida del congelador en Canadá.
Su supervisor le pidió que matara a la familia entera, pues estaban acostumbrados a alimentarse de comida humana, por lo que podían ser un problema para la comunidad.
Después de matar a la madre, Bryce notó que los cachorros tenían sólo 8 semanas y posiblemente aún no se habían habituado a hurgar en la basura.
Además, los recogió y los llevó a una clínica veterinaria, en donde los cuidaron y después fueron liberados en la naturaleza.
Sin embargo, para Bryce las cosas se pusieron difíciles, pues a raíz de esta decisión fue despedido sin ninguna liquidación.
Por suerte, Bryce Casavant inició una demanda en la que defendía su derecho a tomar la última decisión y argumentaba que los cachorros de oso eran muy pequeños para ser considerados un peligro… y finalmente ha ganado la lucha.
Además de que le ha sido devuelto su trabajo, también le han pagado el tiempo que dejó de trabajar. Y además, los osos viven libres en la naturaleza.
Excélsior