El filme 2001: Odisea del espacio es uno de los largometrajes más iconográficos de la cinematografía mundial, incluso en su época, fue uno de los trabajos más costosos.
Hacer una fábula como ésta no es sencillo y menos en una época en la que la tecnología no estaba tan desarrollada para proyectos de ciencia ficción como Odisea del espacio.
El cineasta Stanley Kubrick tenía claro que si llevaría al celuloide su gusto por la ciencia ficción, el universo y la tecnología, tenía que recurrir a un material que lo sedujera e impactara.
La elegida fue la novela corta El centinela, escrita en 1948 por Arthur C. Clarke, quien tenía que autorizar la utilización de su trabajo para que Kubrick lo convirtiera en un largometraje.
El realizador, fascinado con el trabajo de C. Clarke, no sólo quería los derechos de su novela, también deseaba que lo ayudara a escribir el guión.
Para ello, Kubrick tuvo un primer acercamiento con el escritor, a quien le redactó una carta en la que, además de expresarle su admiración, lo invitaba a reunirse con él para hablar de su proyecto. Para ser exactos, fue el 31 de marzo cuando el director envió una carta Arthur, quien le contestó por la misma vía el 8 de abril de ese año.
Luego de reunirse por primera vez el 22 de abril en el Hotel Plaza de Nueva York, ambos se pusieron a trabajar en el filme y pasaron cuatro años investigando junto a la NASA y otros expertos. Luego vinieron dos años más que les tomó escribir el guión y otros 24 meses en filmar la cinta, que finalmente vería la luz el 2 de abril de 1968.
Tras el estreno del largometraje, Arthur C. Clarke le confesaría a la prensa que se sentiría muy decepcionado si el público entendiera de qué iba la película sólo con verla una vez, pues aseguraba que fue creada para ser comprendida luego de mirarla en más de una ocasión. El largometraje, explicaba, tenía muchas interpretaciones.