El Papa Francisco advirtió que el «peor cáncer» en los hospitales es la corrupción, al recibir a la comunidad del centro médico del Vaticano «Bambino Gesú», que afrontó una fuerte crisis interna en el pontificado de Benedicto XVI
En una audiencia, a la que asistieron más de tres mil personas, entre médicos, enfermeras, pacientes y familiares, Francisco reconoció que el hospital vivió «algunas épocas no tan buenas».
Lamentó que haya caído en la tentación de tener «médicos negociantes», «enfermeros negociantes» y «directivos negociantes».
«Vean a los niños. ¿Yo puedo hacer negocios corruptos con estos niños? ¡No!», exclamó el Pontífice, generando un sonoro aplauso entre los presentes.
Ya lo había dicho con claridad la actual presidenta de la Fundación «Bambino Gesù» (Niño Jesús), Mariella Enoc, «nuestro hospital no debe ser ni un centro de poder ni un centro de ganancia».
Enoc fue designada por el Papa Jorge Mario Bergoglio para dejar atrás la gestión de Giuseppe Profiti, quien pagó con dinero de la fundación la remodelación de un departamento en el Vaticano del exsecretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone.
Esa operación provocó un escándalo de magnitud internacional y es aún investigado por el tribunal vaticano.
Durante la audiencia con la comunidad del hospital «Bambino Gesú», el único instituto sanitario de exclusiva propiedad del Vaticano, el Papa escuchó los testimonios de una enfermera, un auxiliar, un estudiante de enfermería y una expaciente.
Uno de ellos le preguntó al Pontífice cuál debería ser la «marca de fábrica» del hospital.
En su respuesta, el líder católico aseguró que existe la tentación de transformar «una cosa tan bella como un hospital de niños» en una empresa y hacer negocio: «y los médicos se convierten en negociantes, los enfermeros en negociantes, ¡Todos negociantes!».
«No voy a decir que todo es perfecto para los que trabajan en el Bambino Gesú, pero la marca de fábrica es estar cansado, sudado, sucio, incluso con ganas de irse a casa pero también con ganas de quedarse, de dar la vida ahí. Pero solo me daría miedo una cosa: la corrupción», indicó.
«El cáncer más fuerte de hospitales como estos es la corrupción: que no viene de un día para otro, se cae lentamente, hoy una propina aquí, mañana una mordida allá, pasado mañana un enchufe allá y lentamente, sin darse cuenta, se acaba en la corrupción. Los niños no son corruptos», añadió.
Lamentó que en la actualidad se hagan muchos negocios con la salud y se engañe a mucha gente con la industria de la enfermedad, pero advirtió que el hospital del Vaticano «debe saber decir no».
Y sentenció: «Pecadores sí, lo somos todos, pero corruptos nunca».