El escritor Salman Rushdie no se había sentado cara a cara con la muerte, o al menos de manera consciente, hasta que este martes compartió audiencia en el Tribunal del Condado de Chautauqua (oeste del estado de Nueva York) con Hadi Matar, el estadounidense-libanés de 27 años que trató de asesinarlo durante un evento literario el 12 de agosto de 2022.
El autor de ‘Los versos satánicos’ lleva casi 36 años cuidando de su seguridad después de que una fetua del ayatolá Ruhollah Jomeini en 1989 pidiera su cabeza con una recompensa de 3 millones de dólares. Ese intento de homicidio le llegó tarde, más de tres décadas después, cuando ya había aligerado el intenso despliegue de guardaespaldas, en un pueblo de menos de 2 mil habitantes, casi en la frontera con Canadá.
“En algún momento, levanté mi mano derecha y él cortó los tendones de las manos y la mayoría de mis nervios”, relató Rushdie -ataviado con un traje oscuro, corbata gris y el parche en su ojo derecho que porta desde entonces- ante las preguntas del fiscal de distrito Jason Smichdt.
Separado de él apenas diez metros, permanecía sentado y cabizbajo Matar, el joven natural de Fairview (Nueva Jersey) que hace tres veranos le asestó doce puñaladas en 27 segundos.
“Me llamaron mucho la atención sus ojos. Eran oscuros y me parecieron muy feroces”, dijo el autor, mientras su esposa, Rachel Eliza Griffiths, se retorcía en la segunda fila del tribunal y derramaba incluso alguna lágrima.
Entonces, la defensa de Matar objetó el adjetivo utilizado por Rushdie: “Vale, no eran feroces”, se retractó con su habitual sorna.
El escritor consiguió salvar su vida gracias a la ayuda del público asistente a aquel evento y de su contertulio Henry Reese, cofundador de una organización que ayuda a dar refugio a autores perseguidos.
Con información de López-Dóriga