La novela de la Superliga con la FIFA y la UEFA no avecina un final feliz a la brevedad, al contrario, cada día se suman situaciones que hacen más compleja la situación.
El abogado general de la UE ha publicado su opinión sobre el problemático caso de la Superliga. El dictamen no es vinculante, pero afirma que si bien la Súperliga tiene libertad para crear su propia competición, no puede continuar en las de la FIFA y la UEFA sin autorización previa. Además, determinó este jueves que la FIFA y la UEFA no incurrieron en abuso de su posición dominante en las competiciones del fútbol europeo al bloquear con la amenaza de sanciones la creación de un torneo alternativo, la Superliga, que a día de hoy aún apoyan Real Madrid, FC Barcelona y Juventus de Turín.
Si bien la European Super League Company tiene libertad para crear su propia competición de fútbol independiente fuera del ecosistema de la UEFA y de la FIFA, no puede, además de crear esa competición, continuar participando en las competiciones de fútbol organizadas por la FIFA y la UEFA sin la autorización previa de esas federaciones», recoge el dictamen.
La opinión del abogado general asignado a este caso, Athanasios Rantos, no es vinculante, pero el Tribunal de Justicia de la Unión Europea estima que sus jueces siguen la línea de estos dictámenes previos en aproximadamente un 80 % de los casos.
«Las normas de la FIFA y de la UEFA que supeditan la creación de cualquier nueva competición a una autorización previa son compatibles con el Derecho de la Unión en materia de competencia», dijo el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en un comunicado.
El modelo europeo y el sistema piramidal
«Las normas de la Unión en materia de competencia no prohíben a la FIFA, a la UEFA, a sus federaciones miembro o a sus ligas nacionales amenazar con sanciones a los clubes en caso de que estos participen en un proyecto (…) que pudiera vulnerar los objetivos legítimos perseguidos por esas federaciones», recalca el abogado. Además, el modelo europeo se basa en un sistema piramidal en el que la base es el fútbol aficionado y debe «apoyarse en un régimen de solidaridad financiera» para «redistribuir y reinvertir en los niveles inferiores del deporte los ingresos generados por los acontecimientos y las actividades de la élite»