lunes, noviembre 25, 2024
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De Frida, la tigresa de bengala al mono de ‘El Chapo’… el tráfico de animales

Cuando era cachorra, Frida, una tigresa de bengala, vivía encadenada en un estacionamiento y apenas se arrastraba. Ahora se contonea majestuosa en una reserva ecológica de México, hogar de animales rescatados tras ser adquiridos como mascotas o que estaban en poder de criminales.

Rico en biodiversidad, México no escapa al tráfico de fauna exótica que compran familias, comerciantes y hasta narcotraficantes, como en su momento se supo del excapo Joaquín «El Chapo» Guzmán, caído en desgracia y hoy preso en Estados Unidos.

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Hay muchas aves exóticas, como guacamayas o loros, reptiles, muchos primates y felinos mayores; es lo que más hemos detectado que tiene la gente», dice a la AFP Lucio García Gil, jefe de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) en la zona metropolitana de Ciudad de México.

Anualmente, en la megaurbe se decomisan entre 150 y 200 animales exóticos, incluidos grandes felinos: en 2021 fueron rescataron dos de estos ejemplares, y este año, cuatro, incluido un cachorro de león.

El precio de tigres o leones en el mercado ilegal es semejante al de un perro de raza, pues a los traficantes les urge, cuando son cachorros, «mover la mercancía», explica García Gil. Los venden entre 1,000 y 5,000 dólares.

La ley mexicana permite tener fauna exótica, siempre que se compre a firmas autorizadas y se garantice un trato adecuado. Sin embargo, pocos cumplen las normas y hay iniciativas legislativas para restringir su posesión.

La tenencia ilegal se castiga con hasta nueve años de cárcel y multas máximas de unos 15,000 dólares.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el tráfico mundial de fauna salvaje representa anualmente ganancias de entre 7,000 y 23,000 millones de dólares. Es el séptimo negocio ilícito más lucrativo, indica a su vez la oenegé Global Financial Integrity.

No son mascotas

Tras ser rescatados, los ejemplares van a zoológicos como el privado Reino Animal, de 53 hectáreas, en el Estado de México. De los 1,100 animales que alberga, 40% fueron rescatados, entre ellos seis grandes felinos, así como cebras, jirafas, lobos y aves.

Frida «llegó con la cadera lastimada, no podía caminar, fue muy triste. Son ejemplares que los compran para tenerlos como mascotas cuando deben estar libres, en espacios amplios para tener una buena calidad de vida», comenta Agustín Bastida, gerente de mercadotecnia del parque.

La tigresa fue hallada en 2018 en el estacionamiento de un restaurante capitalino. Los propietarios pretendían que fuera una «atracción», pero la habían convertido en un amasijo de sucio pelambre, encadenado y tembloroso que solamente se arrastraba.

En su nuevo hogar fue rehabilitada y ahora pasea, con su pelaje brillante, en un amplio y frondoso terreno cercado. «Se recuperó al ciento por ciento, ya no sufre. No compremos animales exóticos, no son mascotas», ruega Bastida.

Los felinos llegan habitualmente lacerados. «Para que la gente pueda manipularlos, convivir con ellos, los desgarran, les quitan los colmillos, pero es gente que no conoce el procedimiento», añade García Gil.

El mono del Chapo

Sólo personas con alto poder adquisitivo pueden mantener estas especies, pues diariamente comen unos 30 kilos de carne, explica el funcionario, indicando que entre los dueños se cuentan «grupos de la delincuencia organizada».

En 2007, autoridades descubrieron una «narcomansión» con dos jaguares, dos tigres, dos leones y un macaco, cuenta García Gil.

Según medios mexicanos, el rastreo de «Botas», un mono perteneciente a la familia del Chapo Guzmán, fue clave para recapturar al capo en 2016, tras su espectacular fuga de prisión un año antes.

Como en el caso de Botas, el destino de animales decomisados a grupos criminales se mantiene en reserva, pero un empleado de Reino Animal admite, bajo anonimato, que poseen algunos.

Se ha detectado a personas que vienen y preguntan cómo están esos animales. Creemos que son ellos o mandan a alguien», asegura.

García Gil apunta que los decomisos a veces desatan verdaderos dramas familiares. «Se encariñan, pero es negativo para el ejemplar; aunque sí nos duele, lo mejor es que no se hagan a los humanos, que estén en vida libre».

De acuerdo con versiones de prensa, tras reencontrarse con el Chapo luego de la fuga, sus hijas gemelas le pidieron recuperar a «Botas», quien había quedado atrás en una mudanza. La vuelta del animal al estado de Sinaloa (noroeste) habría marcado el destino del capo, condenado a cadena perpetua.

Excélsior

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