La Comisión Europea propuso sancionar al jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kirill, como parte de un sexto paquete de medidas en respuesta a la guerra en Ucrania, según documentos consultados este miércoles.
La nueva lista, que aún debe ser aprobada por los Estados miembros, incluye a 58 personalidades sancionadas, entre ellas, además de Kirill, a muchos militares rusos, así como a la esposa, la hija y un hijo del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
De acuerdo con Bruselas, Kirill es descrito como un «un aliado de vieja data del presidente Vladimir Putin, y se convirtió en uno de los principales apoyos de la agresión militar» en Ucrania.
El patriarca Kirill (también llamado Cirilo I) es el máximo líder de la iglesia ortodoxa rusa, que tiene unos 150 millones de fieles en todo el mundo, especialmente en Rusia.
‘Feligrés’ de Putin
En declaraciones recientes, el patriarca formuló llamados a la unidad rusa en pleno conflicto militar en Ucrania.
El 27 de febrero, tres días después del inicio de las hostilidades, Kirill había calificado de «fuerzas del mal» a los detractores de las ambiciones rusas en el país vecino. En abril, llamó a los rusos a «estar unidos» para combatir a los «enemigos exteriores e interiores».
El papa católico Francisco, que se entrevistó con Kirill en marzo, había instado al patriarca «a no utilizar el lenguaje de la política y sí el de Jesús»
Kirill, que en 2009 sucedió al difunto patriarca Alexis -quien había reconstruido la Iglesia tras la caída de la URSS y de su sistema ateo- ha convertido la ortodoxia rusa en una verdadera maquinaria político-religiosa al servicio del Kremlin.
Desde hace muchos años, el dirigente religioso, de 75 años, no duda en mostrarse bendiciendo armas y misiles, ni en justificar la represión de la oposición y de los medios independientes.
Él, igual que Putin, también ve a Ucrania y a Bielorrusia como países «hermanos» que debieron permanecer bajo la férula de Moscú, y no como naciones diferentes.
Kirill es también detractor de la homosexualidad y elogia la ley deseada por Vladimir Putin que prohíbe «la propaganda de la homosexualidad a los menores», texto considerado por las ONG como un instrumento homófobo.
En 2012, proclamó que el reinado de Putin es «un milagro de Dios» tras la crisis postsoviética de los años 1990.
Excélsior