Mientras en el Palacio Nacional se vitoreaba al presidente Andrés Manuel López Obrador y se exaltaba la paridad de género lograda, las calles de la Ciudad de México ardieron de nuevo por el Día Internacional de la Mujer, reflejando el dolor y la rabia de miles.
Las protestas arrancaron desde el lunes en la noche, cuando un grupo de mujeres pintó en las vallas que protegían el Palacio Nacional -donde vive además el mandatario- la consigna “México feminicida”.
Las autoridades ya habían advertido de una “marcha violenta” con varios contingentes preparando “bombas molotov” y surtiéndose de sopletes, martillos y cohetones.
Y así fue. Mientras que la mayoría de las cerca de 75 mil manifestantes protestaron pacíficamente, varios colectivos de mujeres radicalizaron, como en otras ocasiones, sus acciones. Realizaron pintadas, destrozaron mobiliario urbano y atacaron con martillos, palos e incluso sopletes, durante horas, el muro de metal que rodeaba el Palacio Nacional.
Pese a la presencia de 3 mil mujeres policías con casco, escudo y gases extintores para evitar los actos vandálicos y la confrontación, el saldo fue de unas 40 personas que necesitaron atención médica por deshidratación e insolación, además de ocho lesionadas, 6 policías y dos civiles.
Una de las agentes de seguridad fue llevada al hospital tras ser herida en el rostro con un picahielo.
“Vengo a luchar por mis derechos y por todo lo que he sufrido por ser mujer”, dijo a Efe la manifestante Fernanda, que denunció que el Gobierno “no nos cuida” y que, pese a no participar en los altercados, sí se siente representada por los colectivos más aguerridos.
“Es la forma porque nada de lo que se ha conseguido ha sido a la buena. La revolución se tiene que hacer”, apuntó la joven veinteañera.
Mientras que para Jimena, también en sus veinte, cualquier acto es comprensible en el México actual: “Es una profunda tristeza que se traduce en mucho enojo y mucha rabia. Pero como lo llaman los colectivos, es ‘la digna rabia’, porque transformamos la profunda tristeza que sentimos y la convertimos en coraje y en valentía”.
El discurso en el Palacio
A escasos metros de la marcha, dentro de las paredes del histórico Palacio Nacional, el discurso era totalmente diferente este 8M.
Cobijado por las mujeres del oficialismo, López Obrador insistió en un acto horas antes que arrancase la protesta en que “lo fundamental” y “lo básico” es luchar contra la desigualdad económica y social, destacando que se ha logrado un Gobierno paritario y más presencia de las mujeres en entes tan importantes como la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) o el Banco de México, que tiene su primera mujer gobernadora.
Pero alimentando más el descontento de algunas también denunció, una vez más, la “infiltración” de grupos conservadores en la marcha y en el movimiento feminista, a quienes culpa de incitar a la violencia.
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, también criticó el “neoliberalismo” en su discurso desde el Palacio Nacional horas antes de la protesta.
Y comenzó su mensaje agradeciendo “la labor primordial” de todas las mujeres de México, desde las trabajadoras del hogar a las mujeres indígenas, las policías o aquellas de “pueblos originarios que lucharon contra la invasión española”.
“Es un honor estar con Obrador”, entonaron al final de este evento las mujeres en el Palacio Nacional.
Mundos paralelos
Pero en este acto oficialista -titulado “Mujeres Líderes Transformando la Historia de México”- apenas se hizo referencia a la violencia machista pese a que hubo más de mil feminicidios -asesinatos por razón de género- en 2021 (un 2.66 por ciento más) y 21.188 violaciones, un alza del 28 %.
“No es feminista el uso de la violencia, no se puede usar la violencia para convencer de una causa, la violencia es en esencia machista”, dijo Sheinbaum, condenando precisamente los altercados en las marchas.
Para Blanca Ivonne Olvera, investigadora en el Instituto Nacional de Ciencias Penales y profesora de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el problema radica en la desatención de las autoridades a un problema grave y estructural.
“Lo primero que se tiene que hacer para resolver un problema es reconocerlo. Y hay que reconocer que la violencia contra las mujeres se ha incrementado desde que se tiene registro oficial, año con año”, dijo a Efe la experta en violencia de género.
Según explicó Olvera, es en un contexto de políticas fallidas y una visión muy general del combate a la inseguridad, que la capital sintió una vez más la furia e indignación de miles de mujeres en este Día Internacional de la Mujer.
“Salen a las calles a pedir que no haya violencia contra ellas y a hablar por las que no tienen voz. No solamente usan su voz, sino que usan su cuerpo haciendo estas manifestaciones que pueden calificarse como violentas, pero finalmente son contra objetos inanimados, como los monumentos”, apuntó la especialista.
Un 8M más, México mostró una disociación atizada por el propio mandatario mexicano, que día sí y día también utiliza sus actos públicos para convertir el país en un eterno debate: con él o contra él.
López Dóriga Digital