Los agobiados sistemas de salud pública de África, la escasez de instalaciones de ensayo y la sobrepoblación de los barrios marginales hicieron que los expertos predijeran un desastre cuando la pandemia de COVID-19 alcanzó el continente en febrero.
El coronavirus ya estaba causando estragos en las ricas naciones de Asia y Europa, y un organismo de las Naciones Unidas dijo en abril que, aun con medidas de distanciamiento social, el virus podría matar a 300 mil africanos este año.
En mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que 190 mil personas en el continente podrían morir si las medidas de contención fallaban. Sin embargo, el día en que el mundo ha superado el millón de muertos por COVID-19, a África le va mucho mejor de lo esperado, con un porcentaje de muertes inferior al de otros continentes.
La tasa de letalidad en el continente se sitúa en el 2,4%, con cerca de 35 mil muertes entre los más de 1,4 millones de personas que se han infectado de coronavirus, según datos de Reuters hasta el final del lunes. En América del Norte la tasa es del 2,9% y en Europa, del 4,5%
Los países más afectados, como Italia y Reino Unido, han registrado tasas de letalidad del 11,6% y el 9,0% respectivamente, en comparación con el 1,6% de Etiopía, el 1,9% de Nigeria y el 2,4% de Sudáfrica, el país más afectado del continente africano.
Los hospitales de muchos países africanos dicen que las tasas de admisión de pacientes con COVID-19 están bajando.
“En base a lo que hemos observado hasta ahora es poco probable que vayamos a ver algo de la escala que apreciamos viendo en Europa, tanto en términos de infecciones como de mortalidad”, afirmó Rashida Ferrand, profesora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres que trabaja en el Grupo de Hospitales Parirenyatwa en Harare, la capital de Zimbabue.
Los expertos dicen que probablemente se están pasando por alto algunas muertes por COVID-19 en África. El número de pruebas de coronavirus en el continente, de unos mil 300 millones de personas, es uno de los bajos del mundo y muchas defunciones de causas de todo tipo no se registran.
En Sudáfrica se produjeron 17 mil muertes adicionales por causas naturales entre principios de mayo y mediados de julio, un 59% más de lo que normalmente cabría esperar, según un informe de julio del Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica.
Eso sugiere que el número de decesos por COVID-19 podría ser significativamente más alto que la cifra oficial, actualmente de más de 16 mil, dicen los investigadores. Aun así, hay un amplio consenso en que las tasas de mortalidad de COVID-19 no han sido hasta ahora tan malas como se predijo.
¿Por qué?: Científicos y expertos en salud pública mencionan una serie de posibles factores, incluyendo la joven población del continente y las lecciones aprendidas de anteriores brotes de enfermedades. Los gobiernos africanos también han tenido un tiempo precioso para prepararse debido al relativo aislamiento de muchos de sus ciudadanos de lugares como los aeropuertos donde pueden entrar en contacto con viajeros de todo el mundo.
Algunos científicos también están estudiando la posibilidad de que una vacuna contra la tuberculosis que se administra habitualmente a los niños en muchos países africanos pueda contribuir a reducir las muertes por COVID-19.
Otra teoría que se está considerando es si la exposición previa a otros coronavirus, incluidos los que causan el resfriado común, ha proporcionado un grado de resistencia en algunas comunidades que en algún momento se consideraron más vulnerables.
“Hay muchas pruebas circunstanciales”, dijo a Reuters Salim Abdool Karim, especialista sudafricano en enfermedades infecciosas que ha asesorado al Gobierno en materia de COVID-19, “pero ninguna concluyente”.
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