Eduardo tiene 12 años y es el más pequeño de los internos de un centro de rehabilitación. Lalo, como le dicen, era utilizado por una pareja para trasladar droga de un municipio a otro.
“Me traían distribuyendo droga en una mochila, me la traía de San Pancho para acá y luego la llevaba y la traía.
“Así empecé a distribuir… un amigo me explicó cómo está la movida, le dije que estaba fácil, él me contestó que no, pero desde ahí se me hizo fácil, lo agarré como un juego y ya…”
De acuerdo con el director del centro de rehabilitación, Rodolfo Dávila, el adolescente traía la droga en su mochila
“Se venía en combi, en una mochilita de la escuela, portando una cachuchita… y ahí traía droga, desde San Pancho a Pabellón, ¿quién iba a imaginar?”.
Eduardo, aparte de llevar la droga, también la consumía.
“Nos conocimos en una loquera nomás”.
—¿Tú consumías drogas?
—Sí, puro crystal.
—¿A los cuántos años empezaste a consumir crystal?
—A los 11 años, contestó.
Al menor le pagaban con dosis de dicha metanfetamina para que se volviera adicto y así no dejara de distribuir la droga desde San Francisco de los Romos a Pabellón de Arteaga.
—¿Qué te hacía esa droga?
—Me sentía más que los demás. Me sentía más fuerte y más de todo”.
A decir del director del centro de rehabilitación, al parecer, los padres de Lalo también son adictos a las drogas…. y no se hacían cargo ni de él ni de sus hermanos, otra de sus hermanas, de 17 años, también consumía drogas y la rescató cinco días antes de sacar a Lalo de la casa en donde lo tenían, pero la adolescente actualmente se encuentra en otro centro de rehabilitación de Aguascalientes; mientras que otro de sus hermanos, de 16 años, quien también consumía drogas, murió después de recibir una golpiza hace aproximadamente año y medio.
“Cuando me drogaba, mi carnalillo, el más grande, me quebraba el foco en la cara, no quería que me drogara… pero no, ahora sí pienso detenerme”.
Eduardo fue rescatado de una casa por el director del centro de rehabilitación a petición de su abuela hace cuatro meses, desde entonces se encuentra en el anexo.
“Me rescató de una casa todo flaco y ojerudo, me sacaron y me llevaron al anexo y ya me siento bien ahora, que ya no estoy en la calle sufriendo”.
El director del centro de rehabilitación señaló que incluso recibió amenazas.
“Yo anduve investigando dónde se encontraba, llegué, abrí la puerta y lo saqué… en la noche vinieron a amenazarme (quienes lo utilizaban de mula) para que lo soltara y le dije: ‘mira, haz lo que te dé tu gana, ¿para qué lo quieres, para que te siga trayendo droga de San Pancho a Pabellón? Hazle como quieras’, le dije. He sido amenazado por grupos que venden droga, ‘que porque ya no venden mucha’, ‘que porque ahí tengo a los drogadictos’, pues yo nomás les digo una cosa: tú trabajo es vender, mi trabajo es rescatarlos”.
Pese a su corta edad, Eduardo se comporta y se expresa como cualquier otro de sus compañeros de mayor edad, pareciera que le robaron su niñez.
Una de las estrategias del director de dicho centro es llevar a los internos a realizar diversas actividades, como pintar calles o realizar algunas otras labores con el fin de que se distraigan y su rehabilitación sea más óptima.
“(El director) me saca a despejar la mente para ya no pensar en eso (en las drogas)”.
Eduardo duró un año consumiendo crystal y dejó la escuela en ese entonces. Desde que ingresó al centro de rehabilitación, lo visita únicamente su abuelita.
“No (me visitan), ni papá ni mi mamá, sólo viene mi abuelita, me dice que le eche ganas, que ya quiere que salga y ya le eche ganas… mi mamá no está conmigo, ella anda en Jalos y mi papá tampoco viene a visitarme ni nada”.
Excélsior