Con una historia en la que una mujer residente de Nueva York, dedicada a la fotografía, decide regresar al seno de su ortodoxa familia judía en Londres y confrontar su pasado con su presente, es así como la actriz Rachel Weisz toma una vez más en su carrera el papel de productora y se aventura con Desobediencia.
La cinta, que llega a las pantallas nacionales este fin de semana, más allá de mostrar las relaciones interpersonales entre familiares, amigos y amores, destaca la constante lucha que mantienen los seres humanos para ser libres de decidir ser lo que cada uno quiera ser.
“La libertad de ser quien cada quien quiera ser me parece un tema, además de lindo, muy importante.
“Hay sitios en el mundo donde las personas gozan de mucha libertad y hay otros donde no, debería ser algo universal para todos los seres humanos. Como dije, hay lugares donde hay libertad de elegir lo que queremos ser, la forma de vivir nuestra vida… muchos tenemos esa oportunidad, ese lujo, pero hay muchas sociedades donde no, y ser libre se ha convertido en un reto.
“Películas como ésta (Desobediencia) son interesantes y hasta necesarias de exhibir porque, aunque el conflicto que expone la cinta es un grupo específico de personas, es una situación que sucede a mayor escala en todo el mundo, que puede ser vista desde diferente ángulos y que sin duda muestra esa lucha pasional por la libertad de ser quienes queremos ser a través de Ronit”, explicó a Excélsior Weisz, en entrevista desde Nueva York.
La ganadora de un premio Oscar y un Globo de Oro eligió Desobediencia como el proyecto que la regresaría a la producción —área donde se había desarrollado con cintas como Por amor al arte y Radiator—, ya que fue el libro de Naomi Alderman, que lleva el mismo nombre, el que la conquistó y la animó a tomar, una vez más, el reto de producir.
“Es maravilloso ser actriz y recibir guiones muy lindos para leer y en los cuales puedo participar como actriz que voy, hago mi trabajo y vuelvo a casa. Pero con esta cinta fue una experiencia completamente diferente porque tuve que aprender a trabajar con el guionista y desarrollar el proyecto para poder hacer que la cinta pudiera llegar a buen término.
“Fue una experiencia muy interesante y educativa ya que aprendí cosas nuevas, también los demás productores, Ed Guiney y Frida Torresblanco, me ayudaron mucho, fue un trabajo en equipo”, señaló la protagonista.
Weisz, bajo la dirección del cineasta chileno Sebastián Lelio, da vida a Ronit Krushka, una fotógrafa asentada en Nueva York que tras la muerte de su padre, rabino, regresa a su casa y comienza la controversia cuando se despierta de nueva cuenta el interés que sentía de niña por una de sus amigas que ahora está casada.
“Leí el libro y la historia realmente me pareció fascinante, así que hablé con uno de los productores y fue él el que dijo que la dirección de la cinta y el guión debería estar a cargo de Sebastián Lelio y fue así como lo fuimos desarrollando. Trabajar con él es verdaderamente algo maravilloso, él es el director y eligió todo: las demás actrices, el fotógrafo, los directores de arte… al final es su película, lo que sí es que hubo mucha colaboración entre todos para que el proyecto pudiera salir”, comentó la actriz.
Para Weisz, trabajar con Lelio fue un placer ya que el ganador del Oscar por Una mujer fantástica, además de aceptar por primera vez un proyecto que no es suyo en origen y tampoco es en español, sabía exactamente que era lo que se necesitaba hacer para lograr el impacto que buscaban en Desobediencia.
Así Lelio reunió a Weisz con Rachel McAdams (Esti Kuperman, el objeto del deseo de Ronit) y a Alessandro Nivola (Dovid Kuperman) para consolidar el triángulo amoroso en el que se ven inmersos sus personajes y que, en algún punto, desemboca en una de las escenas de sexo lésbico más comentadas desde el estreno de la cinta en el Festival Internacional de Cine de Toronto en septiembre pasado.
“Trabajar con Rachel (McAdams) fue absolutamente fantástico, es una chica adorable, muy inteligente, fuerte, pasional, es una mujer increíble y una actriz excelente. La escena de sexo que tenemos en la cinta no sólo se trata del sexo sino del amor, la libertad y la espiritualidad.
“Sebastián realizó todo el story board de la secuencia con los gestos, los movimientos y todo lo que debíamos hacer, no hubo improvisación, hicimos cada uno de los pasos que debíamos, como si fuera una coreografía. Nunca antes había hecho algo así en cintas en las que las parejas eran entre un actor y yo, nunca había sido algo así de profundo”, concluyó.
Fuente: Excélsior
Foto: Especial