Levanta la mano si alguna vez te has encontrado comiendo unas Sabritas antes de preguntarte: “Espera, ¿estoy comiendo porque estoy aburrida?” O triste. O ansiosa. O simplemente para llenar un vacío de emociones.
Definitivamente no estás sola. Como humanos, el mero acto de comer está relacionado con muchas emociones. De hecho, la mayoría de las personas optamos por comer algo para lidiar con las emociones que no sabemos expresar. Y no es raro, al contrario, TODOS lo hemos hecho alguna vez en la vida.
Comer emocionalmente es completamente normal, pero también es poco saludable por 2 razones. Primero, porque usar la comida como forma de lidiar con el estrés no te enseña a lidiar con esos sentimientos. Y en segunda, porque habituamos un patrón de ingesta de comida pocosaludable que, a largo plazo, puede resultar en alguna enfermedad grave como diabetes u obesidad. En otras palabras, evitas los problemas emocionales reales y SUBES DE PESO. Divertido, ¿no?
Y ahora que sabemos que hacerlo es malo, ¿qué podemos hacer al respecto? En la mayoría de los casos, los comedores emocionales no saben cuándo sienten hambre o cuándo están satisfechos. La mejor forma de dejar de comerse los sentimientos… es sintiéndolos.
La clave está en poner atención a las señales que tu cuerpo te está mandando. Antes de buscar un poco de chocolate, consúltalo con tu estómago primero. ¿En realidad tienes hambre o estás recibiendo una señal emocional de tu cuerpo?
Otro truco es ponerte la meta de comer sólo 3 comidas al día y 2 colaciones durante los próximos 3 días. Luego checa lo que sucede en los momentos donde consumías botanas extra.
Y cuando sientas la necesidad de comer emocionalmente, calla esos impulsos de correr hacia el refrigerador. De esta forma no comerás sin sentido.
Al final del día tienes que estar al tanto de tu cuerpo y alimentar tus sentimientos con conciencia, no con chocolates.
Foto: Especial
Fuente: Eme de Mujer