Los iraquíes votaban el sábado por primera vez desde la derrota de Estado Islámico el año pasado, con el primer ministro Haider Abadi, aliado tanto de Estados Unidos e Irán, tratando de esquivar a los poderosos grupos chiítas que acercarían al país a Teherán.
Más de 24 millones de iraquíes estaban facultados para votar sobre una población de 37 millones de personas. A los comicios, en que se renovará el Parlamento, se presentaron más de 7 mil candidatos, en las 18 provincias del país, para un total de 329 escaños.
Los iraquíes se mostraban orgullosos por la perspectiva de votar por cuarta vez desde la caída deldictador Saddam Hussein, pero también dijeron que tenían escasas esperanzas de que estas elecciones legislativas lograran estabilizar a un país golpeado por conflictos, dificultades económicas y corrupción.
Reporteros de Reuters señalaron que la participación electoral parecía ser baja en varios colegios electorales en Bagdad, así como Falluja al oeste de la capital y Basora al sur.
Quienes resulten victoriosos en las elecciones tendrán que lidiar con las consecuencias de la decisión del presidente Donald Trump de retirar a Estados Unidos del tratado nuclear con Irán, una medida que los iraquíes temen que convierta a su país en un escenario de conflicto entre Washington y Teherán.
Excelsior