Me considero un generador de experiencias y creo que El globo flotando es otra de esas obras que logra tocar, conmover y llegar a establecer un lazo con la familia, para que se vayan muy emocionados y también muy entretenidos”, dijo el director y actor Fernando Canek.
El director explicó que esta es una obra que ya habían presentado hace cuatro años, en distintos espacios institucionales y sería la primera vez que entra a una corrida comercial.
“Yo me enamoré de la obra, es teatro infantil de gran calidad, porque lo que busca es establecer un diálogo entre padres e hijos, algo que muchas veces no se tiene al hablar de temas como el amor y la pérdida”.
La historia trata de Fran, un papá que busca recuperar un globo que fue liberado por accidente por su hijo Eloy, en un centro comercial; ayudado por Pancho, el conserje, el padre emprende una gran aventura.
“Con Pancho nos vamos a identificar los que no tenemos hijos pero tenemos afectos, porque él tiene a sus gatos que quiere como familia”, comentó.
El tema de la muerte se aborda de manera amable en la obra, porque es algo que no se habla con los niños hasta que sucede y tienen que vivirlo de primera mano. “El globo flotando pretende que padres e hijos hablen sobre esto sin que se bajoneen o se pongan tristes sino que aprendan a dejar las cosas volar sin hilo”.
El escenario del Teatro NH se convierte en un colorido lugar todos los fines de semana, para que el público pueda vivir esta historia que ya ha tocado el corazón de algunas personas, como compartió Canek.
“El sábado pasado tuvimos sala llena, los adultos lloraban y los niños estaban contentos, pero se preguntaban por qué sus papás tienen lágrimas en el rostro, los niños participan mucho en la puesta”.
Canek explicó que el texto no es condescendiente con los niños, porque, si bien muchos aún no han experimentado alguna clase de pérdida, sí satisfacen su curiosidad al hacerle preguntas a sus papás.
“El público infantil me encanta, porque su imaginación es insuperable. Los adultos nos retacamos de cosas que están tan afincadas en la realidad que perdemos esa esencia que teníamos de niños”.
