A casi 15 años de su entrega a Juan Pablo II, el último Volkswagen “escarabajo” fabricado en la planta de esa armadora alemana en Puebla (México) aún fascina a turistas y curiosos como una de las principales atracciones en el Pabellón de las Carrozas de los Museos Vaticanos. Cada día, miles de visitantes pueden admirar el modelo VW TYP1 Beetle que fue construido el 30 de julio de 2003, al final de una serie de tres mil piezas de la edición de despedida del clásico, y que fue entregado al pontífice polaco el 26 de mayo de 2004 en el Vaticano.
El vehículo se encuentra estacionado al fondo de una larga galería ubicada justo debajo de la Pinacoteca de los museos pontificios, en un amplio espacio que reúne a los más diversos medios de transporte usados por los Papas a lo largo de la historia, desde carruajes medievales hasta lujosas limosinas de mediados del siglo XX. Destacan su color celeste y sus llantas negras con bordes blancos, detalles de lujo inspirados en los primeros “escarabajos”. En una placa explicativa se recuerda que fue entregado por el entonces presidente de la compañía en México, Luis Manuel Abella Armella, acompañado por una delegación de trabajadores.
A pocos pasos, otro clásico compite en atención con el fabricado en México. Se trata del ya famoso Renault 4 blanco modelo 1984 que Renzo Zocca, un anciano párroco de un poblado italiano cerca de Verona, regaló al Papa Francisco en 2013. La particularidad de ese R4 es que el propio Jorge Mario Bergoglio lo abordó espontáneamente en pleno Vaticano para alcanzar a un grupo de fieles y al final de ese paseo le dijo al sacerdote que él ya había tenido un coche como ese que jamás lo había dejado tirado.
Estos dos pequeños autos parecen desentonar con el resto de las piezas de esa peculiar galería, que incluye varias lujosas limosinas, antiguas y modernas, además de diversos papamóviles, entre ellos aquel sobre el cual Karol Wojtyla sufrió un atentado del 13 de mayo de 1981. Se trata de una “Campagnola”, como se conoce a la camioneta Fiat 1107 descubierta y que trasladó al pontífice tras los disparos que recibió en plena Plaza de San Pedro la tarde de aquel día y de los cuales sobrevivió milagrosamente.
Fuente: Excelsior