Cuenta la leyenda que un antiguo guerrero le regaló una nochebuena blanca a una doncella como símbolo de su amor, al dársela, la flor se volvió roja. Una flor meramente mexicana. Cuetlaxóchitl en náhuatl, que significa «flor de cuero». Originaria de Taxco, Guerrero y del triángulo del texcal en Morelos, que comprende Tepoztlán, Oaxtepec y Jiutepec.
Desde la época prehispánica fue una flor muy apreciada. “El rey Moctezuma Segundo, tenía esas plantas en sus jardines botánicos, simbolizaba el éxito, la victoria entre los guerreros”, señaló Luis Granada Carreto, Producción Vegetal De Jardines De México. Durante la conquista, los españoles se percataron de que en invierno los campos de nochebuena se pintaban de rojo y coincidía con el nacimiento del niño Jesús.
“Como un tema importante en la cristianización o evangelización de nuestros indígenas fue que los frailes franciscanos empezaron a hacer que nuestros indígenas cosecharan estas flores y los llevaran a la iglesia para la adoración del santo pesebre”, agregó. La nochebuena se volvió símbolo de la navidad, se expandió al mundo en el siglo XIX, gracias al primer embajador de Estados Unidos en México, Joel Poinsett, quien la conoció en Taxco. La llevó a su país y después a Europa, donde se le conoce como Poinsettia.
Hoy en día, se cultivan más de 500 millones de nochebuenas en el mundo, 35 millones se producen en nuestro país. Desde hace diez años se celebra cada 8 de diciembre el día nacional de la nochebuena como un tributo a nuestros tesoros mexicanos.
Fuente: Excelsior