viernes, abril 26, 2024
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Refugiada siria hizo un videojuego sobre su peligroso viaje a Europa

Las últimas dos semanas le he estado enviando mensajes de texto a Nour, una refugiada siria embarcada en el peligroso viaje de su país (en guerra) hacia Europa. He seguido su proceso a través de la ciudad bombardeada, Harasta, le he advertido sobre ser precavida con los extraños en Damasco, e incluso le he enviado selfies para hacerla reír. Pero esperen: Nour no existe. Es la protagonista virtual de Bury Me, My Love, un juego para celular disponible ahora en Google play y App Store.

Yo soy Majid, su diligente y ocasionalmente torpe esposo, quien ha optado por permanecer atrás para cuidar de los familiares ancianos. Mi trabajo es ayudar y advertir a Nour en su camino de Siria hacia un destino seguro, a través de una interfaz basada en una plataforma de mensajes de texto similar al WhatsApp, la aplicación de mensajería instantánea preferida por los inmigrantes en todas partes. Dana, una estudiante nacida en Damasco quien ahora reside en Alemania, también ha jugado Bury me, My Love. «Lo jugué la primera vez con mi hermana», me cuenta por teléfono.

«Nos alegraba mucho cuando hacíamos algo bien, como cuando [Nour] logró cruzar el mar. Pero no he terminado aún. Trato de continuar con mi hermana». La diferencia es que Dana vivió algo similar a los eventos que representa el juego. Ella viajó de Siria a Alemania como una de los millones de migrantes que cruzan el Mediterráneo buscando seguridad en Europa (El apellido de Dana fue omitido para proteger su privacidad). El juego tiene finales múltiples (incluyendo algunos trágicos) basados en los consejos que Majid le da a Nour. Esto hace que cada decisión sea angustiante.

Los eventos del juego pasan en tiempo real, y las consecuencias de mi guía se revelan en tiempo real. Eso significa que pasaron horas antes de que recibiera la notificación de Nour, llevándome a dudar si había hecho bien en aconsejarle que se montara al bus, o escapara del campo de refugiados. Dana, por su lado, logró llegar Alemania con su cuñado después de pasar por Siria y Líbano. De ahí se fueron en bote de manera ilegal a Lesbos, Grecia, teniendo que superar otras fronteras por tierra, hasta estar a salvo. «Me tomó dos semanas exactamente», dice Dana. «Gastamos 1,500 dólares por mí y por mi cuñado».

Fuente: Excelsior

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