François Andrelie descubrió que estaba embarazada cuatro meses después de llegar a Tijuana. «Ese día —recuerda— me sentí feliz, pero también un poco triste porque estoy viviendo una vida que no me gusta. Cuando era joven pensaba que podía dar todo a mi hijo, ahora ya no lo sé». Ella es una chica haitiana de 34 años, de sonrisa tímida pero grande, y esconde debajo de un gorrito negro con corazones blancos sus cortas trenzas.
Es originaria de Puerto Príncipe y no puede olvidar ese día del 2010, en el que su isla fue destruida por un violento terremoto: «Desde que estoy embarazada, cada vez que me acuesto, siento la tierra temblar». Françoise dejó su país en el 2011 y se fue a República Dominicana para estudiar; ahí conoció a su pareja, Mezac, y luego viajaron a Brasil por trabajo, pero la recesión les alcanzó y decidieron salir de nuevo.
El delegado del Instituto Nacional de Migración (INM) en el estado de Baja California, Rodulfo Figueroa Pacheco explica: “Haber nacido en el país los convierte en mexicanos, los menores pueden gozar de todas las garantías y derechos que otorga la Constitución, como el derecho a la salud, la educación, el trabajo, y sus padres pueden regularizarse como residentes permanentes por vínculo familiar».
A pesar de las deficiencias del sistema público de México entre la primavera del 2017 y finales de julio de 2017 ya habían nacido en México 25 niños de padres haitianos, también según datos de Figueroa.
Fuente: Excelsior