“¡Fuerza México!”, exclamó Paul McCartney al ver que los fans iluminaron el estadio Azteca con las luces de sus celulares y que al unísono gritaron “Paul”, lo que lo hizo pararse del piano y agradecer con sus manos.
En su show de ayer en México, el cantante sacó su lado mexicano al tomar su guitarra y provocar que el Azteca cantara por unos segundos “oleeeee oleeeee oleeeeee sir Paaaaaul, sir Paaaaaaul”, acompañados con su guitarra y luego dar inicio a “We can work it out”.
“¡Muchas gracias México! Ahora vamos a ir atrás en el tiempo. Está es la primera canción que los Beatles grabamos”, diría antes de interpretar “In spite all the danger” y continuar con “You won’t see me”.
“Le dedicamos la siguiente canción al gran George Harrison,la primera vez en México”, confesó antes de cantar “Love me do” para antes de cantar “And I love her” afirmar orgulloso: “Son a toda madre”. Al cantarla se daría media vuelta y sacudiría el trasero, lo que provocó risas y aplausos.
Es claro cuando un artista se presenta en el Estadio Azteca: mucho tráfico, largas filas para entrar y la idea de escuchar un buen repertorio de canciones. Pero en esta, la quinta visita de Paul a la capital, la emoción de ver a una de las más grandes leyendas del pop se sentía en el aire mucho antes de estar en el recinto.
Fans que pasaron día y noche fuera de su hotel con la esperanza de verlo, más allá de que les firmara un disco o una guitarra, fueron el motor de muchos de ellos, quienes sin importar el clima, la cantidad de curiosos reunidos o la edad, rompían en júbilo al escuchar que alguien pronunciaba el nombre del artista.
Más de 48 mil 300 asistentes en el coloso de Santa Úrsula fueron fieles testigos del magnetismo que una figura comoMcCartney sigue manteniendo con sus 75 años cumplidos.
El legado del músico hasta nuestros días se hizo evidente al reunir, como sólo un pionero del pop lo puede hacer, a gente de todas las edades.