sábado, noviembre 23, 2024
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‘Te daría mi vida mil veces’; una épica batalla contra el cáncer

‘…Y si hubieran sido 100 millones, yo iba a conseguirlos, la salud de mi hija no tiene precio, para mí tenían mucho más valor las emociones que yo veía en mi hija, las ganas de sobrevivir’

Qué tan lejos puede llegar el amor de una madre al saber que su hija tiene el 2 por ciento de probabilidad de sobrevivir al cáncer? Carolina Acosta, una joven madre soltera de Puerto Vallarta, no supo la respuesta hasta que, de un día para otro, Isabella fue diagnosticada con un tumor de Wilms en el riñón, en un estadio 4 de 5 escalas que hay para medir su avance.

Un tumor atípico que creció en un lapso de dos semanas hasta reventar el riñón derecho de Isabella, fue la prueba de que sería una batalla compleja, en la que, madre e hija enfrentaron a lo inesperadoun tumor que no sólo era agresivo y de rápido crecimiento, sino que además modificaba su núcleo constantemente, generando así resistencia a los medicamentos.

Al momento de salir del riñón por la fuerza, el cáncer se esparció por todas partes, la metástasis ya había hecho su nociva contribución al afectar a ambos pulmones provocando un total de ocho heridas de entre 2 y 3 centímetros,contagiando al hígado y la vena cava inferior con células cancerígenas, ese insoportable dolor de estómago se convirtió en un diagnóstico totalmente inesperado; a juzgar de los especialistas, la posibilidad de vivir de Isabella de apenas tres años de edad, era de un 10 por ciento o menos.

Mientras el pronóstico parecía ser peor con medida que avanzaban los minutos, las horas y los días, los especialistas cerraban aún más las posibilidades de ayudar a Carolina e Isabella a librar la dura batalla que apenas comenzaba, incluso la primera radióloga que la atendió, decidió parar el tratamiento antes de empezar, por el temor a que la radioterapia le quitara la vida mucho antes de dejarla lista para la quimioterapia.

El tumor cuando se revienta, se le esparce por todo el cuerpo, se le revienta el riñón, y el tumor queda afuera y, además, queda muy infiltrado en la vena cava inferior, que es una vena muy importante que irriga sangre a todo el cuerpo, las células estaban realmente por todo su cuerpo, aún no está dada de alta, hasta dentro de cinco años podemos hablar de que Isabella habrá librado una gran batalla, ahorita la lleva ganada, por supuesto, pero sigue la vigilancia muy extrema”, compartió Carolina en entrevista para Excélsior Digital.

La lucha ha durado casi un año, y no ha sido sólo un enfrentamiento contra el cáncer, esta se ha convertido en una batalla contra la falta de medicamentos, con la insuficiencia de recursos para cubrir los grandes costos de un tumor tan agresivo y de veloz crecimiento, así como contra los pronósticos médicos; frente a lo desconocido, así como desde el nacimiento de Isabella, sólo fueron ella y su madre, una mujer enteramente comprometida con dar su vida mil veces y una más a cambio de su bienestar.

Desde ese primer momento en que se confirmó el diagnostico, Carolina comenzó a contactar gente, a buscar apoyo de conocidos y desconocidos, la primera noche mandó unos 300 correos, difundió el caso a través de su cuenta de Facebook personal, y de esa manera, se manifestaron las voluntades, comenzó a llegar la ayuda económica y las oraciones para Isabella.

Terapia intensiva se convirtió en mi pequeña oficina y mi hija en mi cliente favorito, un cliente al que no podía quedarle mal”, asegura.

Después de moverse de Cancún a Guadalajara, y de Guadalajara a la Ciudad de México, encuentran el único hospital privado decidido a tomar el reto, sí, a cambio de varios miles de pesos, pero esto no fue un impedimento para iniciar.

Llegué quizá con 120 mil pesos en mi cuenta y el médico hablaba de por lo menos 1 o 2 millones, además de honorarios médicos de 300 o 400 mil pesos por ciclo, unos 6 o 7 meses, más todo lo extra como vacunas, hospitalizaciones, exámenes, pero, bueno, Dios nos abría caminos, y  poco a poco y dejé de preocuparme por el dinero, sin dejar de trabajar por conseguirlo”, afirma Carolina.

Yo me mentalicé a parar mi dolor, ponerle una pausa a ese dolor, porque yo creo, estoy consciente de que los padres somos la fortaleza de los niños, ella tenía tres años, y entendía nada más que le dolía, que tenía una gran operación y no sabía qué pasaba, yo me encargué de ponerla fuerte, y yo tenía que estar fuerte primero”, añade.

Aunque suene difícil de creer, el avance que han logrado con la fuerza de voluntad de una pequeña niña de 4 años y su gran corazón, ha sido posible gracias al apoyo de mucha gente, conocidos y desconocidos, Carolina por supuesto, ha sido la responsable de que al cerrarse una puerta, se abran otras cuatro más, ya que han conseguido el apoyo de atletas, artistas, así como de la sociedad en general, a través de la venta de pulseritas que han obtenido mediante la donación de una empresa fabricante, protectores para celular, entre otras generosas ayudas que han recibido en el camino.

Yo sabía que, aunque no tuviera los 3 millones de pesos en la bolsa, y si hubieran sido 100 millones, yo iba a conseguirlos, la salud de mi hija no tiene precio, para mí tenían mucho más valor las emociones que yo veía en mi hija, las ganas de sobrevivir que lo que me hablaban los médicos, así mencionaban un 10 por ciento, un cinco, o de nada, mientras a mi hija yo la veo con un 100 por ciento de ganas de sobrevivir.”

Le hice caso a lo que me decía mi corazón de madre, y era que mi hija va a sobrevivir, porque ella tiene todas las ganas de vivir, y que, venía mi parte, para sacarla adelante en la manera que fuera. Fuera con 10 millones, 100, con mil millones, en México, Tailandia, o en China, yo iba a conseguir los medios como fuera, eso no era una opción, el dinero no iba a ser lo que determinara si mi hija vive o muere, por lo menos en mi caso no era opción”, advierte Acosta.

Carolina confiesa que antes de la enfermedad de su hija, le reclamaba a su madre por ‘falta de talento’, y hasta creía que había estudiado diseño de manera inútil, pero en momentos de dificultad, las herramientas y la voluntad las han hecho salir adelante.

Los esfuerzos para que la vida de Isabella vuelva a ser como la de muchos otros niños de su edad, aún no concluyen, y pese a que su salud ha mejorado considerablemente, todavía quedan otros cinco años por delante.

El siguiente de los pasos es retirar el Port-a-Cath que lleva en el pecho y a través del cual se suministra la quimioterapia, para ello, los médicos estiman que habrán de invertirse por lo menos 350 mil pesos, esto considerando que no haya ninguna complicación durante el proceso de intervención y recuperación, por lo cual, se lanzó una campaña para recaudar los fondos necesarios.

A través de donadora.mx, se realizó una meta de recaudación de 100 mil pesos, sin embargo, este proceso culminó el 5 de agosto y sólo alcanzaron a reunir 18 mil 200 pesos, por lo que, de haber interesados en apoyar la causa, pueden contactar a Carolina Acosta a través de las siguientes vías:

Carolina explica que, el poder retirar este aparato permitirá que Isabella se vaya recuperando, la siguiente meta sería que los pronósticos mejoren para que las tomografías se espacien cada vez más, hasta que su paso por hospitales se vuelva un procedimiento que esté intermediado por años, en vez de por meses.

Al ver a Carolina en la calle caminando junto a Isabella sería prácticamente imposible reconocer todo lo que han pasado en este último año. El brillo en sus miradas delata esperanza, y fortaleza, y al ver a su hija sonreír, esto se transforma en amor puro, en un sueño cristalizado; después de todos los obstáculos que han superado (tan inesperados como trágicos), ellas comparten el triunfo de la vida.

 

Excelsior

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