La importancia en Hollywood se reparte entre los pocos conocidos, los que tienen más fama, las estrellas, las divas y las superestrellas. Pero Barbra Streisand está por encima de todos ellos. Una leyenda en vida, nadie supera sus éxitos como cantante, actriz, productora y directora, habiendo acaparado la mayor cantidad de trofeos en el mundo del espectáculo: diez Grammy, dos Oscar, cuatro Emmy y hasta un Tony.
¿Qué significa ser la estrella más famosa de Hollywood?
Es difícil ser siempre el centro de atención de las luces. A mí no me gusta realmente el estrellato. Hay que entenderlo. No me gusta para nada todo lo que trae. Hay gente a quien le gusta. Yo no soy así.
¿Pensó alguna vez en escribir su autobiografía?
Hace dos años que vengo trabajando en ello y es muy difícil escribir sobre mi vida. Tengo que esforzarme en recordar ciertas cosas que sean interesantes. Pero te aseguro que antes preferiría dirigir una película.
¿Cómo sería aquel principio de su autobiografía?
No sé. No conocí a mi padre porque tenía apenas 15 meses cuando él murió. Pero leyendo lo que él mismo había escrito, su tesis del doctorado, con la mejor forma de enseñar inglés a los delincuentes juveniles y reformatorios de menores, creo que todo está en nuestro ADN. Mi padre siempre quiso escribir, pero estaba interesado más en sicología y cómo enseñar en las escuelas. Hay ciertas cosas muy misteriosas. Es interesante porque mi madre había salido a trabajar cuando falleció mi padre, pero yo ya tenía bastante disciplina en aquel entonces. Me acuerdo que yo le enseñé a mi madre cómo fumar un cigarro cuando yo tenía 10 años (risas). Pero siempre quise ser actriz dramática de Shakespeare.
¿Cómo fue que surgió aquel sueño de ser actriz de teatro clásico?
Supongo que fue porque quería escaparme de la realidad. Yo no era para nada feliz en mi infancia. Y solía ir al cine todos los sábados por la tarde. Me encantaba ese mundo que me inspiró tanto. Me encantaban las estrellas de cine, me apasionaba el romance. Y así fue como empezó todo.
¿Y la canción?
Siempre fui la jovencita con la mejor voz de la cuadra. Mi documento era: “No tiene padre pero tiene buena voz”.
¿Hay algún secreto detrás de tanto éxito?
Es gracioso porque a mí no me gustan las críticas de m… Me gusta la crítica constructiva, de verdad. Si alguien puede mostrarme que puedo mejorar, me encanta. Pero yo sólo me acuerdo de las malas críticas. Me olvido de las buenas. Supongo que es parte del proceso artístico, donde empezamos sin sentirnos lo suficientemente buenos y al final de la escala se necesita confianza.
¿Al momento de cantar, también se considera buena actriz?
Bueno, yo siempre selecciono canciones con buenas letras, algo donde también pueda actuar, porque cuando empecé a cantar yo no podía conseguir trabajo como actriz y buscaba canciones que tuvieran un principio y un final, para llevar cierto personaje hasta algún lado. Es interesante elegir canciones desde el punto de vista de la letra, pero que también tengan una melodía magnífica para cantar.
¿La primera lección que aprendió, 50 años atrás, cuando ganó el Oscar conFunny Girl?
A mí me encantó cada minuto de esa película. Pero me acuerdo que aprendí a odiar a la prensa, porque cada vez que yo opinaba algo después salía en los diarios como si hubiéramos estado peleando. Yo siempre tuve opiniones (risas) y las opiniones en los años 60 no eran tan populares con las mujeres. Es interesante porque en los años 40 estaba bien, durante la guerra, cuando los hombres se habían ido a la guerra y sólo las mujeres se habían quedado.
¿Y qué opina sobre usted? ¿Se considera primero actriz, cantante o directora?
Probablemente te diría actriz solo porque es lo que siempre quise ser. Y empecé a cantar solo porque no podía conseguir trabajo como actriz. Y después dirigí cine porque no lograba que me escucharan. ¿Me explico? Soy muy responsable con mi trabajo, soy la primera en aceptar las culpas. Hoy solamente quiero dirigir. La actuación trae demasiados problemas… Hay que ponerse maquillaje (risas).
¿Lo primero que pensó al momento que decidió dirigir también por primera vez, con Yentl?
Justo antes de dirigir Yentl yo había llamado a Willie (Wyler, el director de Funny Girl) para decirle que no veía la hora de hablar con él y me dijo “Sólo te voy a decir lo que no deberías hacer”. Estaba fascinada con escuchar lo que me iba a decir y, cuando volví a Londres, lo llamé enseguida y su esposa me dijo que había muerto.
¿Cómo se le ocurrió buscar todavía más trabajo dirigiendo cine?
En realidad fue por la película The Way We Were (Nuestros años felices), en términos de dirección de cine. Yo adoraba a Sydney (Pollack). Éramos muy buenos amigos, nos contamos secretos que nunca nadie va a saber, pero también tuvimos nuestros desacuerdos. Hubo dos escenas que él cortó y a mí me parecían esenciales, como una donde Katie pasa por un lugar que le recuerda cómo era ella antes. Y cuando dejaron esa parte afuera, decidí dirigir yo.
¿Tuvo problemas con algún otro director después?
En Nace una estrella fue muy duro, porque me chantajearon para contratar al director. Yo lo había contratado sólo para escribir el guión hasta que me dijo que no iba a hacer nada a menos que fuera el director. Yo tenía el control de toda la película, fui la primera artista en tener el ‘corte final’. Y yo tenía la idea de la película en mi cabeza, trabajé muchísimo con el guión y las canciones. Y le dije que podía darle todo el crédito que él quisiera, pero que me permitiera mostrar también mi visión como si fuera de él. Me dijo que estaba de acuerdo en todo, pero después al momento de entrar al estudio él empezó a cambiar las cámaras en otras posiciones. En una de las escenas estaba yo en medio de una canción y, de repente, él gritó “corte”. Cuando le pregunté por qué había cortado me dijo que mi cabeza había salido del cuadro. Y yo me enojé porque un buen operador de cámara bien podía seguir mi cabeza y si no, mi cabeza también podía haber vuelto (risas).
¿Se molestó cuando no la nominaron en la categoría Mejor Dirección porYentl?
En aquel entonces lo acepté, porque ya había logrado tocar el tema de la discriminación en las mujeres. Pero también me gustó cuando la gente salió a quejarse con carteles, aunque yo no fui a la ceremonia aquella noche. Me pareció interesante, pero me debe haber dolido mucho más de lo que pienso porque no volví a dirigir por años, hasta que encontré el libro de El príncipe de las mareas.
El príncipe de las mareas tuvo siete nominaciones al Oscar y ninguna nominación como Mejor Dirección. ¿Le molestó?
La Academia de aquel entonces estaba llena de gente muy grande, directores grandes con los que yo también había trabajado que no me querían ver dirigiendo. Y después estaba la idea donde las mujeres tampoco querían ver una mujer directora, había muchos celos.
Después le entregó el Oscar a Kathryn Bigelow, cuando se convirtió en la primera mujer que ganó Mejor Dirección
Sabía que ella iba a ganar. Me acuerdo de haber dicho “era hora”, pero yo estaba segura que iba a ganar.
Fuente Excelsior