lunes, mayo 20, 2024
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Bar­bra Streisand, leyenda viva

La im­portancia en Hollywood se reparte entre los pocos co­nocidos, los que tienen más fama, las estrellas, las divas y las superestrellas. Pero Bar­bra Streisand está por encima de todos ellos. Una leyen­da en vida, nadie supera sus éxitos como cantante, ac­triz, productora y directora, habiendo acaparado la ma­yor cantidad de trofeos en el mundo del espectáculo: diez Grammy, dos Oscar, cuatro Emmy y hasta un Tony.

La cantante se sentó a ha­blar sobre su vida y una ca­rrera que lleva medio siglo de éxitos insuperables.

¿Qué significa ser la estrella más famosa de Hollywood?

Es difícil ser siempre el cen­tro de atención de las luces. A mí no me gusta realmen­te el estrellato. Hay que en­tenderlo. No me gusta pa­ra nada todo lo que trae. Hay gente a quien le gusta. Yo no soy así.

¿Pensó alguna vez en escribir su autobiografía?

Hace dos años que vengo trabajando en ello y es muy difícil escribir sobre mi vida. Tengo que esforzarme en recordar ciertas cosas que sean interesantes. Pero te aseguro que antes preferiría dirigir una película.

¿Cómo sería aquel principio de su autobiografía?

No sé. No conocí a mi padre porque tenía apenas 15 me­ses cuando él murió. Pero leyendo lo que él mismo ha­bía escrito, su tesis del doc­torado, con la mejor forma de enseñar inglés a los de­lincuentes juveniles y refor­matorios de menores, creo que todo está en nuestro ADN. Mi padre siempre qui­so escribir, pero estaba in­teresado más en sicología y cómo enseñar en las escue­las. Hay ciertas cosas muy misteriosas. Es interesante porque mi madre había sali­do a trabajar cuando falleció mi padre, pero yo ya tenía bastante disciplina en aquel entonces. Me acuerdo que yo le enseñé a mi madre có­mo fumar un cigarro cuando yo tenía 10 años (risas). Pero siempre quise ser actriz dra­mática de Shakespeare.

¿Cómo fue que surgió aquel sueño de ser actriz de teatro clásico?

Supongo que fue porque quería escaparme de la rea­lidad. Yo no era para nada feliz en mi infancia. Y solía ir al cine todos los sábados por la tarde. Me encantaba ese mundo que me inspiró tan­to. Me encantaban las estre­llas de cine, me apasionaba el romance. Y así fue como empezó todo.

¿Y la canción?

Siempre fui la jovencita con la mejor voz de la cuadra. Mi documento era: “No tiene padre pero tiene buena voz”.

¿Hay algún secreto detrás de tanto éxito?

Es gracioso porque a mí no me gustan las críticas de m… Me gusta la crítica construc­tiva, de verdad. Si alguien puede mostrarme que pue­do mejorar, me encanta. Pe­ro yo sólo me acuerdo de las malas críticas. Me olvido de las buenas. Supongo que es parte del proceso artístico, donde empezamos sin sen­tirnos lo suficientemente buenos y al final de la escala se necesita confianza.

¿Al momento de cantar, también se considera buena actriz?

Bueno, yo siempre selec­ciono canciones con bue­nas letras, algo donde tam­bién pueda actuar, porque cuando empecé a cantar yo no podía conseguir trabajo como actriz y buscaba can­ciones que tuvieran un prin­cipio y un final, para llevar cierto personaje hasta al­gún lado. Es interesante ele­gir canciones desde el punto de vista de la letra, pero que también tengan una melo­día magnífica para cantar.

¿La primera lección que aprendió, 50 años atrás, cuando ganó el Oscar conFunny Girl?

A mí me encantó cada mi­nuto de esa película. Pero me acuerdo que aprendí a odiar a la prensa, porque ca­da vez que yo opinaba al­go después salía en los dia­rios como si hubiéramos estado peleando. Yo siem­pre tuve opiniones (risas) y las opiniones en los años 60 no eran tan populares con las mujeres. Es interesan­te porque en los años 40 es­taba bien, durante la guerra, cuando los hombres se ha­bían ido a la guerra y sólo las mujeres se habían quedado.

¿Y qué opina sobre usted? ¿Se considera primero actriz, cantante o directora?

Probablemente te diría ac­triz solo porque es lo que siempre quise ser. Y empecé a cantar solo porque no po­día conseguir trabajo como actriz. Y después dirigí cine porque no lograba que me escucharan. ¿Me explico? Soy muy responsable con mi trabajo, soy la primera en aceptar las culpas. Hoy sola­mente quiero dirigir. La ac­tuación trae demasiados problemas… Hay que poner­se maquillaje (risas).

¿Lo primero que pensó al momento que decidió dirigir también por primera vez, con Yentl?

Justo antes de dirigir Yentl yo había llamado a Willie (Wyler, el director de Fun­ny Girl) para decirle que no veía la hora de hablar con él y me dijo “Sólo te voy a decir lo que no deberías hacer”. Estaba fascinada con escu­char lo que me iba a decir y, cuando volví a Londres, lo llamé enseguida y su esposa me dijo que había muerto.

¿Cómo se le ocurrió buscar todavía más trabajo dirigiendo cine?

En realidad fue por la pe­lícula The Way We We­re (Nuestros años felices), en términos de dirección de cine. Yo adoraba a Syd­ney (Pollack). Éramos muy buenos amigos, nos conta­mos secretos que nunca na­die va a saber, pero también tuvimos nuestros desacuer­dos. Hubo dos escenas que él cortó y a mí me parecían esenciales, como una don­de Katie pasa por un lugar que le recuerda cómo era ella antes. Y cuando dejaron esa parte afuera, decidí di­rigir yo.

¿Tuvo problemas con algún otro director después?

En Nace una estrella fue muy duro, porque me chan­tajearon para contratar al director. Yo lo había con­tratado sólo para escribir el guión hasta que me dijo que no iba a hacer nada a menos que fuera el director. Yo te­nía el control de toda la pe­lícula, fui la primera artis­ta en tener el ‘corte final’. Y yo tenía la idea de la pelí­cula en mi cabeza, traba­jé muchísimo con el guión y las canciones. Y le dije que podía darle todo el crédi­to que él quisiera, pero que me permitiera mostrar tam­bién mi visión como si fuera de él. Me dijo que estaba de acuerdo en todo, pero des­pués al momento de entrar al estudio él empezó a cam­biar las cámaras en otras posiciones. En una de las escenas estaba yo en medio de una canción y, de repen­te, él gritó “corte”. Cuando le pregunté por qué había cor­tado me dijo que mi cabeza había salido del cuadro. Y yo me enojé porque un buen operador de cámara bien podía seguir mi cabeza y si no, mi cabeza también po­día haber vuelto (risas).

¿Se molestó cuando no la nominaron en la categoría Mejor Dirección porYentl?

En aquel entonces lo acep­té, porque ya había logrado tocar el tema de la discrimi­nación en las mujeres. Pe­ro también me gustó cuan­do la gente salió a quejar­se con carteles, aunque yo no fui a la ceremonia aque­lla noche. Me pareció inte­resante, pero me debe haber dolido mucho más de lo que pienso porque no volví a di­rigir por años, hasta que en­contré el libro de El príncipe de las mareas.

El príncipe de las mareas tuvo siete nominaciones al Oscar y ninguna nominación como Mejor Dirección. ¿Le molestó?

La Academia de aquel en­tonces estaba llena de gen­te muy grande, directores grandes con los que yo tam­bién había trabajado que no me querían ver dirigien­do. Y después estaba la idea donde las mujeres tampo­co querían ver una mujer di­rectora, había muchos celos.

Después le entregó el Oscar a Kathryn Bigelow, cuando se convirtió en la primera mujer que ganó Mejor Dirección

Sabía que ella iba a ganar. Me acuerdo de haber dicho “era hora”, pero yo estaba segura que iba a ga­nar.

Fuente Excelsior

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