Rafael Nadal lo hizo. En una batalla de cinco sets ante Grigor Dimitrov, se llevó la victoria despues de 4 horas y 56 minutos para llegar a la final de Australia, y que sea posible el partido que el mundo del tenis soñaba: su enfrentamiento con Roger Federer en el encuentro decisivo del primer Grand Slam del año. Fue 6-3, 5-7, 7-6 (7-5), 6-7 (4-7) y 6-4 para el español, que estuvo contra las cuerdas pero sacó su conocido temple en los momentos clave para imponerse y llegar al partido decisivo.
En el comienzo del encuentro, Nadal confirmó el favoritismo que le correspondía por historia. Si bien el búlgaro llegaba en muy buen nivel, la mayor experiencia es una carta que suele ser muy pesada en instancias decisivas y esta era una de ellas. Rafa quebró prácticamente de entrada y después mantuvo la ventaja para dejar la chapa en 6-3. El paso inicial estaba dado.
Dimitrov no se iba a rendir fácilmente. Y en el segundo set consiguió llevar su juego al más alto nivel, con un revés prodigioso y una derecha dominante. Se metió dentro de la cancha y condicionó -dentro de lo que se puede- el juego de Rafa, que muchas veces quedó obligado a defenderse demasiado detrás de la línea de fondo. Los dos perdieron seguridad con su servicio y en el momento decisivo del set los quiebres se sucedieron para los dos lados. Hasta que el búlgaro, después de desperdiciar una buena cantidad de set points, aprovechó su oportunidad para lograr el 7-5 que niveló la pizarra.
En el segundo set continuó la paridad. Parecía que el español podía distanciarse cuando consiguió quebrar en el quinto game, pero inmediatamente Dimitrov recuperó el break. Llegaron así bien parejos al cierre y así llegó el inevitable tie-break. Rafa nunca dejó que el búlgaro pasara adelante en el desenlace, y después su muñeca más firme fue clave para llevarse dos puntos consecutivos cuando habían quedado 5-5. Nadal tenía ventaja otra vez, y la gran final quedaba a un paso.
Los indicios apuntaban a que Rafa, dominante, terminara de tomar por el cuello el destino del partido para alzarse con la victoria, como hizo tantas otras veces. Pero Dimitrov reflejó su confianza plena y siguió bien prendido en el partido. Al revés de lo que había ocurrido en el tercer parcial, esta vez llegaron sin quiebres al desenlace: tie-break otra vez. Ahora el búlgaro fue quien se puso adelante de entrada. Sacó una ventaja de 5-2 y después quedó con triple set point. No pudo en la primera oportunidad, pero después lo consiguió cerrar. El partido se iba al quinto set y la final soñada estaba en riesgo.
Era Dimitrov quien se mostraba más entero en el transcurso del set decisivo. Pero nunca se puede subestimar al español: aun contra las cuerdas, aun cuando el saque y la derecha del búlgaro fueron dominantes, hizo todo para mantenerse en partido. Al 15° del mundo se le escapó la gran chance en el octavo game, cuando Rafa sacó 15-40. No lo pudo aprovechar, y en el juego siguiente llegó el quiebre del español. Cuando le tocó sacar para cerrar el partido, no perdonó. Pese a la resistencia de Dimitrov, que levantó dos match points, consiguió sentenciar el 6-4 y abrió la puerta para que el domingo se juegue un partido soñado.
Fuente: Redacción
Foto: Especial