Con Walt Disney, como con muy pocos personajes, encaja a la perfección aquel refrán que dice “genio y figura, hasta la sepultura”.
Y es que si bien Walter Elias Disney era ya una leyenda cuando falleció víctima de un cáncer de pulmón hace 50 años, también es verdad que a partir de ese 15 de diciembre de 1966 se convirtió en un mito.
Es decir, y de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, al morir dio paso a una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico”.
Pero de todas las existentes, la más extraordinaria es, sin duda, aquella en la que se asegura que por un deseo expresado antes de morir, su cuerpo habría sido introducido a una cámara para ser congelado a bajas temperaturas para que cuando la ciencia avanzara pudiera ser reanimado (qué paradoja) y sanado.
El proceso conocido como criogenización —cuya palabra proviene del griego kryos (frío)— es un método por el cual se somete a una persona (ser vivo) a condiciones de frío intenso con el objetivo de preservar su cuerpo en condiciones con la intención de ser revivido en el futuro.
Durante años se gestó la leyenda urbana de que el cuerpo de Disney, poco tiempo antes de morir, había sido criopreservado y que no yace en la urna que descansa en el Forest Lawn Cemetery de Glendale, California, donde se puede ver una cripta con su nombre al lado de varios familiares.
Según el mito urbano, el director de Blancanieves y los siete enanos (1937), la primera cinta animada de la historia, habría sido introducido en una cámara y congelado a bajas temperaturas instantes antes de morir, con la intención de que en un futuro los avances científicos le permitieran ser reanimado y curar su cáncer de pulmón provocado por su afición al cigarro.
Si bien el proceso existe, no hay casos reales de que funcione. En un ensayo publicado en el sitio criogenización. net, el médico español Carlos Mondragón, miembro de la Sociedad Española de Criogenización, asegura “que no hay garantías” del procedimiento y que hasta el momento todas son “especulaciones”.
Por su parte, el doctor Michael West, presidente de Tecnología Celular Avanzada y experto en clonación de células humanas, declaró que la resucitación será posible, pues asegura que cuando el corazón se para, “nuestras células siguen vivas, por lo que es lo mismo llevar a cabo una reanimación después de diez minutos que de decenas de años”.
“La raza humana no podrá librarse de la muerte de manera repentina, pero al igual que una niebla matinal, se irá disolviendo poco a poco, y… sucederá que poco a poco, eliminaremos la muerte de la experiencia humana”, añade West.
EL ORIGEN DEL MITO
El supuesto deseo de Walt Disney por ser congelado en lo que se encontraba una cura a su enfermedad, una historia que bordea los terrenos de la ciencia ficción, tiene su origen en una serie de decisiones que tomó su familia en los meses previos a su muerte.
Todo comenzó en 1966, cuando tras sufrir una serie de molestias fue sometido a un chequeo médico que reveló un tumor canceroso en su pulmón izquierdo.
Pero ya era demasiado tarde. Tras una operación llegaron una serie de ingresos al hospital St. Joseph de Burbank, California, que fueron “disfrazados” por la familia de “visitas regulares” para evitar un escándalo mediático.
Pero el esfuerzo resultó inútil, de la misma manera que los tratamientos médicos que no pudieron evitar su muerte a causa de un paro cardiorrespiratorio.
Todos lloraron la muerte de Walt Disney, incluso sus propios personajes, que aparecían en las portadas de revistas como Time o Paris Match, lamentando la pérdida de su creador.
El mundo esperaba uno de los funerales más multitudinarios de los que se tengan memoria, debido al cariño cosechado durante 65 años del originario de Chicago, Illinois, crecido en Kansas y convertido en leyenda en Los Ángeles.
Fue entonces que su familia, una de las más herméticas hasta la fecha, tomó una serie de decisiones que se convertirían en los cimientos de esa mitología que rodeó su partida: mantuvo en secreto la causa de su muerte hasta el último momento, realizó las exequias de manera privada, pidió que el dinero que la gente gastaría en flores fuera donado a la fundación del Instituto de las Artes de California, donde estudió el propio Walt e impidió que nadie viera, aún menos fotografiara, el cuerpo del animador.
Y con eso bastó para desatar los rumores que afirmaban que con la “recaudación oculta” Walt Disney había sido sometido a un proceso experimental en un laboratorio de California en el que se le extrajo toda la sangre del cuerpo y se reemplazó por un líquido que no cristalizaba al ser sometido a bajas temperaturas y, tras esto, se le congeló en nitrógeno líquido.
Pero la verdad es otra. A dos días de su muerte fue incinerado y llevadas sus cenizas a su nicho en el panteón de la familia Disney.
En 2004, en entrevista con el diario argentino El Clarín fechada en Barcelona, Roy Disney, sobrino de Walt, afirmó que su tio “no está congelado, criogenizado, hibernado ni nada”.
“A los dos días de su muerte, lo incineramos. Y sus cenizas reposan en un cementerio a pocos kilómetros de mi casa.
“El rumor surge de las ganas de que Disney viviese… ¡Ojalá! De nuestra ansia de inmortalidad…”, añadía Roy, quien escribió, dirigió y produjo más de una docena de cintas para los estudios.
Y precisamente así fue su excepcional existencia, durante la cual revolucionó la industria del entretenimiento y llenó de arte la pantalla a través de los dibujos animados y sus visionarias ideas que hoy, lo mantienen como uno de los hombres más influyentes en la historia de la humanidad.
Su talento abarcó no solamente la fundación de los poderosos Estudios Disney, que hoy congregan a Marvel Studios, Pixar y LucasFilm, sino también la creación de infinidad de personajes, franquicias y parques de atracciones.