sábado, noviembre 23, 2024
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Matteo Renzi acepta derrota en el referéndum

Italia votó este domingo un crucial referéndum que podría desencadenar una crisis política y económica

Matteo Renzi, el primer ministro más joven de la Italia democrática, uno de los líderes europeos con mayor empuje y que parecía muy prometedor, ha visto frustrarse su ambicioso proyecto reformista. No podía sobrevivir a una derrota contundente como la sufrida en el referéndum sobre la reforma constitucional. Casi 20 puntos de ventaja entre los partidarios del no y del sí era un resultado inasumible, una desautorización para seguir gobernando. Así lo entendió el propio Renzi al anunciar su dimisión pasada la medianoche.

”Asumo toda la responsabilidad por la derrota”, dijo. “Yo soy diferente”, afirmó, aludiendo a que él no estaba dispuesto a gobernar trampeando la situación y con su autoridad política destruida. Estaba viviendo el momento más amargo de su carrera pero mantuvo la compostura. Defendió la obra realizada y agradeció el apoyo de su familia. En Roma hubo algunas manifestaciones espontáneas en la calle del frente del no. La impresión es que a Renzi muchos le pasaron factura por asuntos diversos. Pecó de arrogancia. Intentar llevar adelante una reforma constitucional sin consenso fue una temeridad, un grave error político. Italia ha quedado de nuevo encallada. Es una mala noticia para Europa.

Los electores habían sido convocados para decidir sobre la drástica reducción de poderes del Senado y una recentralización de competencias desde las regiones al Gobierno de Roma. La reforma no tenía un amplio apoyo en el Parlamento, por lo que hubo de ser sometida a referéndum. Renzi, que personalizó la batalla desde el principio, ha perdido la apuesta de manera inequívoca. Se abrirá, por tanto, una fase de incertidumbre sobre el futuro a medio plazo y no puede descartarse un adelanto electoral. La legislatura debería terminar en febrero del 2018, pero en estas condiciones parece difícil que se agote.

Este desenlace fue capitalizado de inmediato por la oposición, desde Forza Italia, de Silvio Berlusconi, al Movimiento 5 Estrellas, de Beppe Grillo, así como también la Liga Norte. El problema de Renzi es que tenía incluso acérrimos enemigos en su propio partido que propugnaron el no. Algunos nunca le han perdonado que llegara al poder en un golpe de palacio contra un propio compañero de partido, Enrico Letta, en febrero del 2014.

El secretario de la Liga Norte, Matteo Salvini, salió en tromba apenas minutos después de hacerse públicos los sondeos a pie de urna, para exigir la dimisión inmediata del ‘premier’ y para decir que también han sido derrotados los poderes financieros, la eurocracia de Bruselas y la canciller Angela Merkel. Salvini persigue objetivos similares a los de Marie Le Pen en Francia y profesa grandes simpatías por Donald Trump y por los nacionalistas británicos que impulsaron el Brexit.

La lectura del resultado, sin embargo, no es tan simple como le gustaría a Salvini. Sólo una parte del electorado puede haberse movido por los argumentos del líder liguista, por el contagio populista. El frente del no era muy transversal. A muchos ciudadanos la reforma simplemente no les gustaba, les parecía un cambio no deseable del modelo de gobierno, con demasiados riesgos por los poderes aumentados que recibía el partido ganador en las elecciones, sin factores de equilibrio institucional. El elemento crucial en la victoria del no ha sido el voto joven, que en masa –sobre todo en el sur– ha optado por el rechazo a la reforma.

Beppe Grillo también se frota las manos y sueña ya con la victoria en las elecciones generales. En estas circunstancias, desempeña una función muy relevante el presidente de la República, Sergio Mattarella. Será él quien tendrá que sondear a los partidos y encontrar la fórmula menos traumática. Una de las alternativas es que el actual Gobierno de coalición entre el Partido Demócrata y el Nuevo Centroderecha continúe, aunque con otro primer ministro y con dos misiones: aprobar los presupuestos y modificar la ley electoral, que sin la reforma constitucional queda obsoleta.

Fuente: La Vanguardia

 

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