Si un proceso de duelo se prolonga por más de seis meses es necesario solicitar ayuda profesional, debido a que en el doliente se podrían presentar casos de estrés, cuadros de depresión y hasta generar el suicidio, advirtió la asociación Voz Pro Salud Mental Ciudad de México.
De acuerdo con información estadística recabada por el grupo de expertos, se informó que “un duelo común dura entre seis y doce meses, en los que la persona atraviesa tres fases principales hasta recuperar su funcionalidad y un buen estado de ánimo. Cuando este tiempo se extiende, el duelo se vuelve patológico, el doliente queda estancado en la pérdida, y muy probablemente deberá solicitar ayuda psicológica o psiquiátrica”.
En el mundo, en promedio el 5 por ciento de las familias pierde un integrante al año. En México, en 2014, el Inegi tuvo el registró 633 mil 641 defunciones.
UN DUELO ‘SANO’ Y UNO PATOLÓGICO
Voz Pro Salud Mental CDMX se dio a la tarea de identificar las distintas fases de un duelo.
1. Negación
Ante la noticia del fallecimiento de un ser querido, la mayoría de las veces el doliente tiene como primera reacción, el desconcierto y la negación. Se muestra incrédula hacia el evento pensando que se trata de un sueño o que tal vez hayan confundido al difunto con otra persona. “Esta fase tiene como función paliar el dolor, pero con el tiempo, la realidad se impone y la negación se vuelve imposible”.
2. Depresión
La persona ya no puede negar el evento y predominan reacciones que se asemejan a los síntomas de un episodio depresivo, como pérdida del interés, tristeza y llanto. Pueden aparecer sentimientos de culpa relacionados con la creencia de que no se hizo nada para impedir el fallecimiento del ser querido, que no se le dieron los cuidados suficientes, o que la propia actitud hacia el difunto no fue la mejor.
Es muy común el sentimiento impotencia ante esta situación que no se puede revertir, “así como los sentimientos de ansiedad, en especial cuando existía una dependencia hacia el difunto, sentimientos de ira hacia los familiares por no haber impedido el suceso o hacia la persona facellida por haberse ido e incluso, la persona puede tener dificultades para tomar decisiones, trabajar o realizar sus tareas cotidianas. La visión a futuro se acorta”.
3. Aceptación
Es la fase final, donde el doliente acepta que su ser querido se ha ido y no volverá. Los sentimientos de depresión disminuyen y la persona recupera paulatinamente su nivel de funcionalidad.
Fuente: Excélsior