Ante la creciente posibilidad de que Hillary Clinton lleve las riendas de la nación más influyente del orbe – quizá ya no sea la más poderosa -, conviene repasar el antecedente presidencial de su cónyuge. En 1992 parecía difícil que el demócrata William Jefferson Clinton derrotara en su reelección al republicano George H. W. Bush. Los bonos políticos de este último eran altos, había terminado con la pesadilla de la “guerra fría” y los norteamericanos apoyaban arrolladoramente la guerra en el Golfo Pérsico. Sin embargo, Clinton y sus estrategas detectaron una debilidad en el aparentemente sólido gobierno de Bush: los elevados costos de esa política internacional y malas decisiones gubernamentales habían mermado los bolsillos de los norteamericanos. La economía no estaba bien.
Al igual que en su campaña presidencial, cuando llega a la Casa Blanca Bill Clinton decide jugarse el éxito o fracaso de su administración a una sola carta: la economía. En sus ocho años de gobierno la prioridad fue tratar de acertar en las decisiones sobre el rumbo económico que debía tomar la nación más poderosa del mundo. Y esta filosofía personal del que fuera también gobernador de Arkansas rindió sus frutos como estrategia de gobierno.
No obstante que los demócratas perdieron la elección presidencial del 7 de noviembre de 2000 por 266 contra 271 votos electorales, cuyas irregularidades en las votaciones en el estado de Florida resultaron determinantes e inclinaron la balanza en favor del republicano George Walker Bush, el gobierno que dirigió Clinton pasó a la historia como un periodo de estabilidad y crecimiento económico y, sin lugar a dudas, su recuerdo fue uno de los factores que favorecieron la elección de Barack Obama.
Las percepciones sobre las razones del auge económico en la administración Clinton son variadas. Para algunos una de sus apuestas más arriesgadas consistió en estrechar los vínculos comerciales con los países asiáticos. En lo personal no compartimos dicha afirmación, ya que estimamos que más que una decisión a Clinton no le quedó otra opción frente a la consolidación de la Unión Europea.
Para otros el crecimiento de las inversiones en las empresas norteamericanas de nuevas tecnologías fue un factor definitivo, y si bien a mediano plazo éstas se desplomaron, en su momento representaron una importante fuente de recursos. Sin embargo, pensamos que esta situación no fue sino una afortunada coincidencia que sin duda se supo aprovechar bien. Y finalmente hay quienes piensan que el mayor acierto de Clinton fue la integración de un experimentado gabinete económico y su determinación de brindarle una gran libertad de acción.
Por Fernando Ortiz Proal para RR Noticias