El tramo urbano del Río Querétaro es un espacio que nos recuerda como la ciudad ha crecido gracias al correcto uso del agua, aunque actualmente genera algunos problemas ambientales y de mantenimiento que los vecinos del Centro Histórico han resentido, sobre todo en esta temporada de lluvias.
Esta perfectamente documentado como, durante la época colonial, el cauce del Río Querétaro cruzaba por las calles que hoy identificamos como el corazón del Centro Histórico, además de dividir los edificios gubernamentales de asentamientos utilizados por la población indígena.
Dicho tramo del río era ocupado en su mayoría para actividades agricolas, por lo que la población construyó acequias, es decir, canales artificiales que conducían a sus domicilios para tratar sus parcelas de tierra, además de abastecer otros servicios, los cuales también quedaron bajo terra tras la urbanización en el Siglo XIX.
Ahora, la actual temporada de lluvias, una de las más fuertes de los últimos 8 años, dejaron al descubierto un curioso fenómeno en el primer cuadro, con el brote de agua aparentemente limpia que surge de algunas coladeras y huecos aledaños al río, lo que ha preocupado a vecinos de la zona por el desperdicio que esto representa.
Edith Rivera es presidenta del comite vecinal de la calle Invierno en el primer cuadro, una de las más afectadas por este problema, quien comentó que este brote ha sido denunciado por varios años, por lo que ya hay conocimiento desde el gobierno municipal y estatal sobre el agravante desperdicio de agua que esto significa.
Tras la denuncia ciudadana de este caso, tanto la administración municipal y estatal trataron de realizar algunas acciones para tapar lo que creyeron era una simple fuga, pero mayor fue su sorpresa al descubrir que existían estos canales subterráneos los cuales captaron agua pluvial a lo largo de varios meses e incluso años, la cual fue expulsada de manera natural.
De acuerdo con el vocal ejecutivo de la CEA, Luis Alberto Vega, el agua que emana de estos canales subterráneos puede ser aprovechada de distintas formas, por lo que se podría proponer un proyecto a solicitud de vecinos de la zona para que este recurso no se desperdicie, aunque esta posibilidad sigue bajo análisis.
Debido a lo poco estudiado del estado que tenga esta infraestructura, dependencias como la CEA y Servicios Públicos no han podido calcular la cantidad de agua que se puede alojar en estas acequias, así como su estado y posibilidades de uso, aunque coinciden en que se trata de una alternativa útil para su aprovechamiento.
El Colegio de Ingenieros Civiles de Querétaro recibió una solicitud de participar con un analisis de la estructura e incluso de apoyar con especialistas en ingeniería hidrica para conocer el estado del liquido que se encuentre alojado en estos espacios. Su presidente, Pablo Talamamtes, enfatizó que este liquido no es apto para consumo humano bajo ninguna circunstancia, aunque reconoció que podría usarse para tareas de riego o saneamiento.
No hay duda de que el agua ha sido el debate central en Querétaro durante las últimas semanas, y quizás sea pertinente revisar nuestra propia historia para recordar e inspirarnos por las técnicas de los primeros habitantes de este estado que con su ingenio y capacidad pudieron construir una ciudad próspera en medio de un semi-desierto, pues parece que su legado aún nos habla para valorar y ahorrar el agua como una responsabilidad de todos.
Alan García