Nebraska, un estado conservador en el centro de Estados Unidos, se ha convertido en un destino para migrantes ucranianos, afganos y mexicanos. Alejados de los acalorados debates de la campaña presidencial, las empresas locales, con una escasez de trabajadores, los reciben con los brazos abiertos y abogan por una reforma en el sistema legal de inmigración.
En las afueras de Lincoln, la capital del estado, la planta de Kawasaki exhibe un aviso de «estamos contratando». Ramiro Ávalos, un mexicano que trabaja allí desde hace dos años, cuenta que decidió establecerse en Lincoln por su tranquilidad, bajo costo de vida y baja delincuencia. Su historia refleja una tendencia creciente: un tercio de los empleados de Kawasaki Lincoln son extranjeros. Mike Boyle, director de la planta, enfatiza que sin esta mano de obra, tendrían que reducir operaciones o trasladar la producción a otro país.
Bryan Slone, presidente de la Cámara de Comercio de Nebraska, insta al Congreso a modernizar el sistema de inmigración, permitiendo más permisos de trabajo y acortando los plazos. Según Slone, la inacción podría desacelerar la economía del estado.
Inmigración
El tema de la inmigración es central en las elecciones presidenciales, con posturas contrastantes entre los candidatos. Sin embargo, líderes locales como Slone argumentan que la inmigración es esencial para el desarrollo y prosperidad de las comunidades en Nebraska. Un informe de la Cámara de Comercio resalta la necesidad urgente de cubrir puestos esenciales en la manufactura, agricultura y servicios.
El senador republicano Merv Riepe y la senadora demócrata Carol Blood coinciden en la necesidad de mejorar los procedimientos de inmigración y acelerar los plazos para resolver la escasez de mano de obra. En la empresa familiar TMCO en Lincoln, un tercio de los empleados son inmigrantes o refugiados, y su directora destaca la importancia de un flujo constante de inmigración para evitar la tensión en el mercado laboral.
Con un 7.1% de su población nacida en el extranjero, Nebraska depende de la inmigración para mantener sus escuelas, hogares de ancianos y tiendas funcionando, subraya Kathleen Grant, directora de una organización local.
Información de la mano con El Economista
