El ciberataque contra una de las grandes arterias energéticas de Estados Unidos, el oleoducto de la empresa Colonial, ha desatado el miedo a la escasez de gasolina y obligado al Gobierno a tomar medidas para garantizar el suministro y frenar la doble escalada de pánico y de precios.
Tras el cierre de la infraestructura, decidido por la empresa para evitar la propagación del ataque informático del viernes, miles de estadounidenses han corrido a asegurar provisiones, lo que se ha traducido en largas colas en gasolineras de varias ciudades.
La Administración de Joe Biden ha tratado de llamar a la calma, asegurando que no hay que temer por un déficit de combustible, si bien sí admite problemas con el suministro.
“Sabemos que tenemos gasolina, solo necesitamos llevarla a los lugares adecuados”, declaró a la prensa este martes 11 de mayo, la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, que no pudo precisar cuándo volverá a funcionar el oleoducto.
El ataque ha exhibido la fragilidad de la red energética Estados Unidos ante los ataques ransomware, es decir, de programas maliciosos que encriptan y bloquean la información hasta cobrar el rescate. El FBI ha achacado la acción a DarkSide, un grupo criminal dedicado a este tipo de extorsión del que se tiene pista desde 2020.
El País