Comenzó el 19 de abril, cuando el gobernador Enrique Alfaro publicó el acuerdo de tolerancia cero
en el periódico oficial El Estado de Jalisco, en el cual anunció que el uso de cubrebocas era obligatorio en cualquier espacio público, que las autoridades municipales serían responsables de verificar su cumplimiento y que el ciudadano que no acatara sería arrestado y multado.
Con esa luz verde, a partir de entonces ocurrieron diversos abusos de distintas policías municipales con el pretexto de la pandemia y la falta de cubrebocas, con casos como la golpiza –a principios de mayo– al director de la preparatoria de Chapala, Juan Ramón Álvarez López, quien incluso perdió el conocimiento por los golpes recibidos, según denunció la Universidad de Guadalajara.
Guillermo del Toro reprocha que aún no haya detenidos
Desde el acuerdo publicado por Alfaro, pertenciente al partido Movimiento Ciudadano, al menos 200 personas han sido detenidas en diferentes municipios por no usar cubrebocas, sobre todo en Tlaquepaque, pero hasta ahora ninguna había resultado muerta.
El miércoles anterior, familiares de Giovanni dieron a conocer un video en el que se ve cómo el joven de 30 años, de oficio albañil, es subido a la fuerza a una patrulla el 4 de mayo por agentes de Ixtlahuacán de los Membrillos, al parecer por no usar cubrebocas, como aseguraron sus familiares. Al día siguiente, cuando fueron a pedir su liberación, recibieron sólo su cuerpo, después de haber fallecido por los golpes que recibió, según informaron autoridades estatales y según consta en el acta de defunción.
Al difundir el video y convertirse en tendencia en redes sociales, hubo una cascada de comentarios de desaprobación, entre ellos uno del cineasta tapatío Guillermo del Toro, quien publicó un tuit criticando que había pasado un mes del crimen y no había detenidos.
Enrique Alfaro; el fiscal general, Gerardo Octavio Solís, y el coordinador de Seguridad, Macedonio Tamez, trataron de deslindar al gobierno estatal con el argumento de que la muerte ocurrió en Ixtlahuacán, aunque evitaron responder por qué después de un mes aún no había un solo detenido por el caso.
Cuando llegaron los manifestantes al palacio de gobierno comenzaron los disturbios. Decenas de jóvenes, al grito de ¡fuera Alfaro, fuera, Alfaro
!, realizaron pintas en el edificio con leyendas contra los policías y contra el mandatario, empujaron y golperon las puertas del inmueble en sus cuatro costados y rompieron los vidrios a pedradas.
En el ala norte del edificio, tres patrullas de la policía estatal fueron vandalizadas y luego quemadas. Adentro de las patrullas había cartuchos que comenzaron a explotar con el fuego, según confirmaron elementos de Protección Civil.
Los destrozos continuaron en todo el perímetro del inmueble –que ocupa una manzana–, mientras en el interior cientos de uniformados trataban de impedir el ingreso de la turba. Fue cuando una parte del grupo de manifestantes perforó la puerta del ala sur de palacio e ingresó; en ese momento se dio luz verde a los policías para salir, lo que desató un enfrentamiento en el que llovieron piedras, botellas y palos de un lado y otro, lo que dejó descalabrados en ambos bandos.
En su huida, los inconformes rompieron todos los vidrios de la Recaudadora Estatal, en una tienda departamental y en el mobiliario urbano.
Tras casi una hora de refriega, los agentes desalojaron del centro a los manifestantes y comenzaron a realizar razias indiscriminadas en las que aprehendían a cualquiera que bajo su criterio hubiera participado en los desmanes.
La Jornada