viernes, marzo 29, 2024
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Gran diversión

La música, la li­teratura y el teatro brindan diversi­dad y dignidad a la oferta infantil de entretenimiento y acarician la sensibilidad e imaginación de los niños.

Así lo afirmó a Excél­sior el cuentacuentos, actor y músico Mario Iván Martí­nez, quien en dedicatoria a los pequeños, en el festejo de su día, presentará hoy el concierto El niño y la música, acompañado por la Orques­ta Filarmónica de la UNAM en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.

Ésta es tan sólo una las op­ciones que la cartelera dedica a la celebración de los niños, quienes viven una de las eta­pas más vulnerables del ser humano, pero también deci­siva en su crecimiento físico, intelectual y emocional, por lo que su acercamiento a di­ferentes estímulos artísticos es esencial.

“En estos tiempos en los que se desdeña tanto la for­mación artística y cuan­do nuestros niños están en contacto con todo aquello que resulta despreciable en el carácter humano como la intolerancia, la violencia y la corrupción rampante, es más que nunca necesario poner­los en contacto con aque­llo que nos redime como especie.

Hamlet, de Shakespea­re, dice en una parte que ‘el arte es lo que nos acerca a los ángeles, a la divinidad, al ser humano’. Con estos concier­tos queremos subrayar eso: la sensibilidad y el poder de la música. Decía el filóso­fo Nietzsche que la vida sin música sería un error y lo que conjura la música, los sueños, la imaginación, es precisa­mente aquello que queremos atesorar en el crecimiento de nuestros jóvenes”, dijo.

Por ello, Mario Iván hace una pausa en otros proyectos y se acerca a los niños para ofrecerles, en esta ocasión, un programa que incluye el recital ¿Conoces a Wolfi?, acerca de la infancia del ge­nio de Salzburgo, con músi­ca de Mozart, y Tubby la tuba, de George Kleinsinger y Paul Tripp, en las que él es el na­rrador y se destaca el talento de niños músicos mexicanos, en el piano y el violín.

El recital forma parte del proyecto de conciertos fa­miliares que el actor ha pro­ducido y narrado con las orquestas más importantes del país y que inició con la Orquesta Sinfónica Nacional a finales de los 90.

“No solamente es un tra­bajo necesario como parte medular de mi des­empeño profesional como cuentacuentos, sino que al mismo tiem­po me congratulo de ges­tar eventos como éste que propician la celebridad y el reconocimiento a los niños prodigio mexicanos, de­mostrando que el fenómeno Mozart no es privativo de un niño en el siglo XVIII en Salz­burgo, sino que en México, si les damos la oportunidad de desarrollo, nuestros niños pueden florecer y alcanzar alturas inusitadas.

En este concierto tea­tralizado, pues hay varios muñecos, un ensamble de actores y los músicos van vestidos de acuerdo con la época, escucharán obras que van desde la Pequeña se­renata nocturna, hasta Ah, Vous Dirai-je, Maman o Es­trellita, como la conocemos, que ponen en relieve la in­fancia que tuviera este céle­bre rockstar de su tiempo”, dijo Martínez.

INSPIRADORES

El teatro musical también tiene una amplia oferta para divertir y estimular las emo­ciones de los niños y de los adultos que los acompañan.

Billy Elliot, Peter Pan, Scooby-Doo en vivo – Misterios mu­sicales y El rey león, ofrecen historias ins­piradoras, divertidas y coloridas.

Jaime Matarredona, di­rector de Peter Pan —prota­gonizado por Lolita Cortés—, reveló que comenzó a dirigir más espectáculos para niños, ópera y teatro, a partir del na­cimiento de su segundo hijo.

“La labor del director siempre es ponerse en el lu­gar del público, así que me pongo en el lugar de mi hijo e incluso me lo llevo a los en­sayos. Él es como mi termó­metro, porque me doy cuenta en qué parte se distrae, se ríe o está muy atento.

Considero importantí­simo que los niños vayan al teatro. Es la base de una so­ciedad sensible, solidaria, lo­gra que se entiendan unos a otros y los hace ponerse en el lugar de otra persona; los hace conmoverse y divertirse en compañía de otras perso­nas. Genera una cuestión de unidad social. Así surgió el teatro, era un espectáculo di­rigido al pueblo para contarle sobre sí mismo. Nuestro traba­jo es llegar al cora­zón de la gente”, señaló Matarredona.

CONEXIÓN EMOCIONAL

El teatro negro —que utiliza la luz fluorescente para des­tacar imágenes de colores brillantes sobre un fondo ne­gro—, el de sombras y el de títeres, ofrecen una propues­ta distinta para imaginar y re­latar historias.

Amaranta Leyva, drama­turga, programadora artística e hija de Lourdes Pérez Gay, fundadora del Centro Cul­tural La Titería, Casa de las Marionetas, destacó que las historias relatadas con títeres conectan rápidamente con la emotividad del público y los hacen partícipes de las his­torias. Esto sucede con obras en su cartelera como Cuen­tos de conejos y Caballo blanco.

“El teatro de títeres reúne partes plásticas y artes escéni­cas, porque se construyen los objetos con los qué jugar en el escenario, además de la historia. Hemos notado que cuando hacemos funciones con títeres se abre una espe­cie de compuerta de emo­ciones, tanto en chicos como en grandes. Una vez abier­ta, podemos contar historias que hablen de la infancia, de lo que nos duele o lo que te­nemos guardado, que son emociones que se forjan des­de pequeños hasta el adulto en el que se convertirán.

El teatro bien hecho, con calidad, hace que los niños sientan esas emociones y se vean reflejados con las his­torias o los personajes. Esto les permite hablar de lo que les pasa y desarrollar empa­tía con otros niños. El teatro es un ritual social que se vuel­ve fundamental hoy en día en el que estamos inundados de pantallas por todos lados, pues nos permite compartir ideas y emociones”, explicó Leyva.

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