Con Donald Trump como el virtual presidente 45 de Estados Unidos, la comunidad estadounidense en México presagió un futuro negro y lleno de incertidumbres durante una noche electoral de infarto y, al menos de este lado de la frontera, colmada de desánimo.
«Estoy muy sorprendida, no lo puedo creer. No puedo imaginar un mundo con un presidente del país más poderoso del mundo como Donald Trump», dijo a Efe Frances Newall, una estadounidense afincada en México desde hace 45 años.
Su asombro, sumado a una evidente consternación, era el común denominador de los dos centenares de personas reunidas en un evento de American Society en Ciudad de México, organizado por republicanos y demócratas en la nación latinoamericana.
La velada arrancó tranquila en una sala del lujoso University Club of Mexico, pero la tensión, y las caras largas, fueron en aumento cuando los resultados electorales empezaron a apuntar a una victoria del magnate neoyorquino frente a la candidata demócrata, Hillary Clinton.
«A fin de cuentas nos juntamos los norteamericanos sea de la ideología que sea para celebrar la democracia y unirnos detrás de quien gane la presidencia número 45 de Estados Unidos», dijo al inicio del acto el líder del Partido Republicano en México, Larry Rubin, a los medios.
Pero él -que en días recientes anunció que no votaría a Trump porque su gestión perjudicaría la relación bilateral México-EU- y buena parte de los asistentes fueron dejando el salón a medida que avanzaba la noche, en un evidente desánimo difícil de ocultar.
Para muchos de los presentes en este pomposo acto, en su mayoría gente de negocios y con familia en ambos lados del Río Bravo, la victoria de Trump, un férreo detractor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), supondrá un perjudicial antes y después en la relación comercial.
«En vez de construir puentes entre nuestras naciones va a crecer una barrera que va a afectar muchísimo. Ya ahorita el peso se desplomó, y los productos que podemos traer de Estados Unidos serán mucho más caros», apuntó Federico, empresario mexicano y socio del University Club.
Pero la preocupación va más allá de la compra-venta y la depreciación del peso, que ha caído a un mínimo histórico de más de 20 unidades por dólar.
La esposa de Federico es estadounidense, y este comerciante dedicado a importar y distribuir artículos de Estados Unidos y Europa tiene pavor a que crezca la animadversión hacia ella, y hacia al millón de estadounidenses que se calcula hay en México.
«Antes de los (años) setenta había una discriminación muy grande y un separatismo entre la colonia americana y los mexicanos, pero eso se fue rompiendo y ahora va a volver nuevamente. Porque el mexicano tiene que reaccionar al ataque que nos están haciendo», auguró.
El miedo crece a ambos lados de la frontera, esta misma línea divisoria que Trump quiere fortalecer con un gran muro de punta a punta para evitar la llegada de indocumentados y que, según alardeó en varias ocasiones, pagará México.
Presente en este evento, la mexicana Nené Gardoqui recordó que ningún latino «quiere a este señor» y se mostró un tanto compungida al pensar en las dificultades que puede tener ahora su hijo, un doctor mexicano-estadounidense afincado en Florida, uno de los estados clave que hoy perdió Clinton.
Durante el seguimiento de estas elecciones, calificadas de «cardíacas» por el tesorero de la organización Democrats Abroad en México, Mark Alexander, se escucharon numerosos «¡oh!» y algunos vítores cuando Clinton se adjudicaba algún estado.
También hubo quien quiso hacer una lectura más reposada del evento, como Mark Mayer, un joven de 21 años, natural de Chicago.
Trabajando para American Society, dijo esta «sorprendido» por estos resultados que muestran que las encuestas previas fueron «completamente erróneas».
Acusó a Trump de haber creado «mucha tensión entre ambas naciones» y prometer una «solución drástica» en política migratoria.
«Yo me siento más seguro en México que de donde provengo, del sur de Chicago», dijo en aras de romper estereotipos sobre el país latinoamericano este joven que votó por la candidata Jill Stein, del Partido Verde.
Al borde de las lágrimas, Susan Daniel acusó a Trump de querer hacer «explotar» el sistema y dijo que «no es político», sino «un negociante y un personaje».
«Sus comentarios (hacia las mujeres) me resultan ofensivos y violentos y en 2016 este lenguaje no debe de existir», concluyó esta estadounidense afincada en México desde hace 37 años que se definió como «mujer, esposa, mamá y sacerdotisa anglicana» con bisabuelas sufragistas.
Pese a su sentido rechazo al candidato republicano, su mensaje no ha viajado estos meses hasta su tierra de origen, donde el magnate inmobiliario se hizo ya de la Presidencia de Estados Unidos.
Fuente: El Informador