sábado, noviembre 23, 2024
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Museo del Obispado celebra 60 años de narrar el devenir de NL

El único edificio barroco del siglo XVIII que se conserva en pie en el Estado de Nuevo León es sede del primer museo regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el norte de México. Inaugurado el 20 de septiembre de 1956, este año cumple 60 años de narrar el devenir de la entidad e iniciar la tradición de los recintos museográficos en la ciudad de las montañas.

Fue el interés de conservar una joya arquitectónica barroca, edificada en 1787, el motivo que dio origen al espacio cultural. Todo comenzó cuando el segundo obispo de Nuevo León, antiguo Reino de León, con sede episcopal en Linares, fray Rafael José Verguer, hizo construir su casa de reposo en Monterrey, en la Loma de la Vera, un cerro ubicado al poniente de la ciudad desde donde podía avistar la catedral y todas las montañas que rodean la metrópoli.

La finca es de arquitectura sencilla pero en su parte central, el obispo Verger, venido de Mallorca, España, diseñó un palacio para la Virgen de Guadalupe, de arquitectura barroca que resalta en la sencillez del claustro, hoy enmarcado en su parte exterior por modestos techos de teja. En el interior de la capilla, donde el franciscano se encerraba a orar, permanece un óleo de la Virgen pintado por Francisco Vallejo (1783) para el altar principal.

El Obispado de Monterrey ganó tal fama entre la población del noreste del país que personas mayores procedentes de Tamaulipas y de Coahuila aún llegan al actual museo, a preguntar por sus actas de nacimiento, a pesar de que las oficinas episcopales nunca estuvieron ahí, sino en la vecina ciudad
de Linares.

A partir de la Independencia, la edificación se utilizó como fortaleza militar con un papel importante durante la invasión estadunidense (1846), la Intervención Francesa (1862-64), la revuelta de La Noria (1871) y la Revolución Mexicana (1913-1914). Tras ésta última, el deterioro en que quedó el inmueble llevó a la Junta de Mejoras del Obispado, a proponer su restauración y posterior utilización como museo. El INAH acogió la iniciativa, con el arquitecto Joaquín A. Mora como responsable de la restauración, que dio inicio en 1944, para culminar en septiembre de 1953.

Para 1956 estaba repuesta toda el ala norte del edificio destruida por una explosión ocurrida en 1871 así como puertas y ventanas, y se habían restaurado el edificio y parte de la cúpula: el espacio estaba listo para abrir sus puertas al público durante la conmemoración de los 360 años de la fundación de Monterrey y fue inaugurado como Museo Regional de Nuevo León, El Obispado, el 20 de septiembre de ese año.

En aquel momento no solo representó un museo de historia regional sino un centro cultural que convocó la participación de la sociedad para su conformación y conservación, debido a que sus acervos se integraron con donaciones de la población neolonesa de los años 50 y el interés se mantiene hasta la fecha, a través de la Sociedad de Amigos del Museo.

Gina Ulloa, directora del recinto, explica que los trabajos de restauración continuaron en 1996, cuando se realizó la reposición de los corredores y arcadas en la fachada principal del inmueble, conforme a los planos originales.

Actualmente, Monterrey cuenta con una importante tradición museística de carácter histórico, industrial y de arte contemporáneo, al ser una de las ciudades más desarrolladas de México y la tercera área metropolitana más grande del país. En este contexto, el Museo del Obispado sigue siendo un emblema por sus colecciones, su  arquitectura y el lugar donde se encuentra: escenario de importantes batallas, dice Ulloa.

Cabe recordar que para conmemorar las gestas ocurridas en el cerro fue construida una plaza en el punto más alto del promontorio. Se colocó un mástil de 100 metros de altura donde, desde febrero de 2005, todos los días se iza la bandera mexicana (de 30 X 50 metros). La plaza es el mirador de la ciudad.

En primavera-verano, El Obispado recibe la luz del sol del oriente. Su fachada barroca se ilumina en tonos dorados, conforme avanza el mediodía, se marcan las sombras de las figuras labradas en piedra con más énfasis: es la época propicia para captar imágenes con una cámara, dice el fotógrafo Óscar Chávez Chávez, el segundo trabajador más antiguo del recinto, con 29 años de servicio.

La lente de Chávez tiene capturadas las mil 200 piezas en exhibición permanente y gran parte de los cuatro mil objetos que integran el acervo total. Conoce cada rincón del inmueble desde distintos ángulos, así como los secretos para un mejor encuadre según la hora del día y la época del año. La parte posterior también es interesante —comenta— porque ahí están los cañones históricos accionados en la Intervención Norteamericana, formados, apuntando hacia el norte y enmarcados por frondosos árboles.

En el interior del edificio, Chávez evoca el patio del claustro: cuadrado, con arcadas de tres puntos y un aljibe en el centro. Desde este sitio se ve la parte trasera de la cúpula y el encuadre permite tener juntos ambos elementos arquitectónicos: arcos y bóveda. En el interior de la capilla, gusta captar el capitolio desde la perspectiva del suelo para tomar los espléndidos frescos fitomorfos. Las salas de exhibición son de doble altura, techos con vigas de sabino y un balcón en cada una. La visual es de 360 grados, permite apreciar cualquier punto de la ciudad y su entorno: montañas: la Sierra Madre Oriental, cerros de la Silla… de las Mitras… el Fraile… del Topo Chico…

El recorrido del museo abarca las salas: “Primeros pobladores”, “Virreinato, Evangelización”, “Independencia”, “Defensa de la soberanía”, “Caudillos de Nuevo León y de México”, “Porfiriato”, “Desarrollo de la industria” y “El Obispado”. De todas las piezas que exhibe: arqueológicas, banderas, muebles, indumentaria, libros, objetos de uso cotidiano, armas… Óscar Chávez destaca los óleos coloniales y de la época revolucionaria, muchos de temas bíblicos debido al origen religioso del espacio, entre ellos uno de Miguel Cabrera, aunque también hay retratos de personajes importantes. Son los objetos de mayor reto para su cámara por el brillo que destella el barniz de la pintura.

El fotógrafo recuerda la primera imprenta que llegó a Nuevo León, la que fray Servando Teresa de Mier introdujo a México y que el brigadier Joaquín de Arredondo condujo a Monterrey, así como el carruaje que transportó a Porfirio Díaz durante su visita a la sultana del Norte, dos piezas ejemplares de El Obispado.

Como parte de las actividades de aniversario, una selección de 17 fotografías de Óscar Chávez conforman la muestra “Visión periférica del Obispado” que ha sido montada en la estación Zaragoza del Metro de Monterrey, ubicada en el corazón de la ciudad, donde convergen las principales plazas comerciales y el centro histórico.

En 2015, el Museo Regional de Nuevo León, El Obispado, recibió alrededor de 77 mil 500 visitantes y hasta agosto de 2016 lo han recorrido cerca de 28 mil. Con la muestra en el Metrorrey proyecta acercarse a nuevo público y mantener viva la historia de Nuevo León. Es la primera exhibición que monta el Sistema de Transporte Colectivo, donde concluyen diariamente miles de usuarios.

Por su parte, Metrorrey eligió iniciar la propuesta de exposiciones en estaciones del STC, con el Museo del Obispado, dado su carácter simbólico en el desarrollo cultural de la ciudad que este 2016 conmemora 420 años de su fundación. La muestra permanecerá en la terminal Zaragoza hasta el 30 de noviembre, después se presentará en otras paradas del Metro.

El Obispado es el séptimo museo regional que abrió sus puertas al público dentro de la red de recintos museográficos del INAH, después del Michoacano (1886), de Guadalupe Zacatecas (1917), de Guadalajara (1918), de Querétaro (1936), de Nayarit (1949) y Potosino (1952). A la fecha constituye uno de los más importantes de la región norte y el más emblemático del noreste.

 

Fuente: El sol de México

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