La primera moción de censura contra el segundo Gobierno del macronista Sébastien Lecornu, presentada por la izquierda radical de la Francia Insumisa (LFI), no logró este jueves 16 de octubre los votos necesarios en la Asamblea Nacional para hacerle caer.
Esta moción, respaldada también por la extrema derecha de Marine Le Pen, logró 271 votos, por debajo de los 289 que necesitaba para salir adelante.
Los diputados votaron, a continuación, otra moción presentada por la Agrupación Nacional (RN) de Le Pen, que no contaba el respaldo de la izquierda.
La mayoría de los diputados de la Asamblea Nacional votó en contra de la moción de RN: con 144 votos, quedó muy por debajo de los 289 necesarios para hacer caer al Gobierno.
A cambio de la reforma de pensiones
Lecornu, el tercer jefe del Gobierno francés en menos de un año, abogó el martes por suspender la impopular reforma de las pensiones de 2023 para que la oposición socialista, que reclamaba esta medida, no votara a favor de la censura.
Aunque lo logró, estuvo más cerca de caer en la moción presentada por La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical), que se quedó a 18 votos de prosperar. Varios socialistas habían anunciado que romperían la disciplina de voto y apoyarían tumbar el Gobierno.
«La suspensión anunciada» de la reforma de las pensiones hasta 2028 «no es más que un engaño, una trampa, un subterfugio», defendió poco antes la diputada de LFI, Aurélie Trouvé, para presionar a sus exaliados socialistas.
Esta formación de centroizquierda aceptó la mano tendida del primer ministro centroderechista para debatir y logró que cediera en la impopular reformas de las pensiones, pese a que Macron siempre rechazó suspenderla o derogarla.
¿Un engaño?
Pero pese al anuncio, la incertidumbre planea sobre cómo se suspenderá. Lecornu propuso la víspera que se incluyera como una enmienda a su proyecto de presupuestos para 2026, que el Parlamento debería votar antes de finales de año.
Esas cuentas prevén un esfuerzo fiscal de 30.000 millones de euros (34.970 millones de dólares). En gran parte obedecen a una reducción del gasto para contener una deuda pública que roza los 3,4 billones de euros (115,6% del PIB).
Esta vinculación plantea un dilema a los socialistas: aprobar unos presupuestos con recortes sociales a cambio de suspender la reforma o tumbarlos y arriesgarse a perder esta «primera victoria», como celebraron la izquierda y los sindicatos.
El líder socialista, Olivier Faure, advirtió no obstante este jueves que «si el Gobierno no cumple sus promesas», especialmente respecto «a la suspensión de la reforma de las pensiones», lo censurarán «rápidamente».
Información de DW.