Sosteniendo una bandera blanca en sus manos, Leonor Ávila lloraba tras pasar en el Congreso colombiano frente al féretro del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien falleció la víspera dos meses después de ser baleado en un mitin cuando daba un discurso de campaña.
“Lo mataron porque él iba a ser presidente de Colombia”, aseguró Ávila, de 72 años, una de los cientos de visitantes de la capilla ardiente. “Él para nosotros queda como un mártir”, agregó.
La muerte violenta de Uribe Turbay fue calificada por la fiscalía como un “magnicidio”, recordando a los colombianos épocas oscuras que no vivían desde la década de 1990, cuando los cárteles del narcotráfico y grupos insurgentes secuestraban y asesinaban a altas figuras, incluidos candidatos presidenciales.