Tenochtitlan fue mucho más que una ciudad majestuosa; fue un símbolo de organización, de poder, de ciencia y de arte”, afirmó ayer la presidenta Claudia Sheinbaum durante la ceremonia de conmemoración México-Tenochtitlan. Siete siglos de legado de grandeza.
Recuperar el legado de Tenochtitlan no significa vivir en el pasado, sino reconocernos en él; entender que lo que somos hoy, nuestra forma de hablar, de comer, de mirar al mundo, está profundamente marcada por esa historia”, agregó en el festejo realizado en la Plaza de la Constitución.
Ante su gabinete legal y ampliado, la mandataria encabezó el acto y destacó que no puede haber justicia verdadera, si no se salda la deuda histórica con los indígenas.
La Cuarta Transformación no es solamente un proyecto económico o político. Es, sobre todo, un proyecto de dignidad que reconoce que no puede haber justicia verdadera si no empezamos por saldar la deuda histórica con los pueblos indígenas; que no puede haber democracia real, si se excluye a la voz de quienes llevan siglos resistiendo; y que no puede haber identidad nacional, sin reconocer y darle su lugar al profundo y orgulloso rostro indígena de México”, expresó.
Por ello, debemos entender que erradicar el racismo no es una opción; es una necesidad y una obligación para construir una sociedad justa, incluyente y digna”, agregó.
La Jefa del Ejecutivo federal aseguró que el gobierno de México ha puesto en el centro a quienes fueron históricamente relegados. “Por primera vez, se ha reivindicado su lugar”.
Señaló que “los pueblos originarios son ahora uno de los pilares fundamentales y, como muestra de ello, sus derechos quedaron reconocidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que les da acceso a un presupuesto directo para ejercer en las obras que ellos decidan conforme a sus usos y costumbres”.
La escenificación Siete siglos de legado de grandeza relató el recorrido desde el mítico lugar de origen hasta el encuentro de la señal prometida por Huitzilopochtli –el águila posada sobre un nopal devorando una serpiente–, en lo que fue parte del Lago de Texcoco, e incluyó los mitos fundacionales mexicas.
La magna representación contó con la participación de 838 integrantes del Ejército, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional.
Excelsior