jueves, junio 12, 2025
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Radiografía del trabajo infantil en México

A pesar de los compromisos internacionales asumidos por México y los avances legislativos en materia de derechos de la infancia, el trabajo infantil sigue siendo una realidad persistente y alarmante en el país. Datos recientes revelan que 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes entre 5 y 17 años realizan alguna actividad laboral, lo que representa el 13.1% de la población en ese grupo etario.

Lejos de limitarse a actividades de apoyo en el hogar, millones de estos menores están expuestos a entornos laborales peligrosos, explotación y abandono escolar, vulnerando no solo sus derechos sino también su salud y su desarrollo integral.

El 60.2% de los menores trabajadores son niños y el 39.8% son niñas. La mayoría de ellos se concentra entre los 15 y 17 años (48.9%), aunque un importante 40.4% está en el rango de 10 a 14 años, y el 10.8% tiene entre 5 y 9 años.

Los sectores más frecuentes donde se desempeñan son:

  • Agropecuario (33%), con predominio masculino (39%)
  • Servicios (23.2%)
  • Comercio (21.5%), donde destacan más las niñas (32.3%)
  • Industria (12.5%)
  • Construcción (7%)

Trabajo infantil no permitido

De los 3.7 millones de menores trabajadores, al menos 2.1 millones realizan actividades no permitidas, ya sea por ser menores de 15 años o por estar expuestos a trabajos peligrosos. Dentro de este grupo, el 56.7% realiza labores consideradas peligrosas, mientras que el 43.3% está por debajo de la edad legal para trabajar.

El 48.6% de los menores está en ocupaciones prohibidas, el 42.9% en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, y un 8.5% combina ambas formas de trabajo.

Brecha de género y riesgos diferenciados

Aunque los niños tienen mayor presencia en trabajos no permitidos (58.8%), las niñas están especialmente expuestas al trabajo doméstico riesgoso, con un 59.7% en esa condición. De ellas, el 30.8% dedica más de 28 horas semanales a estas labores, mientras que sólo el 8.5% de los niños se encuentra en ese mismo rango de carga laboral.

El impacto es claro: el 21.1% de estos menores no asiste a la escuela, perpetuando ciclos de pobreza y falta de oportunidades.

Entornos familiares y condiciones estructurales

Contrario a la percepción de abandono, el 53.5% de los niños trabajadores vive con ambos padres, el 33% en hogares extendidos, y el 13.4% con solo uno de los progenitores. Un pequeño grupo (0.1%) habita en hogares no familiares, lo que podría implicar situaciones de mayor vulnerabilidad.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022 (ENTI) del INEGI, el 13.1% de la población infantil y adolescente entre 5 y 17 años se encuentra en situación de trabajo infantil, lo que equivale a 3.7 millones de personas. Este porcentaje muestra una ligera disminución respecto a la ENTI 2019, cuando se reportó un 11.5%, lo cual implica un aumento preocupante tras la pandemia, particularmente en zonas rurales y marginadas.

El marco normativo mexicano prohíbe el trabajo infantil por debajo de los 15 años, conforme al artículo 123 de la Constitución y la Ley Federal del Trabajo. México también ha ratificado convenios internacionales fundamentales como el Convenio 138 y el 182 de la OIT. Sin embargo, su implementación efectiva sigue siendo limitada por la falta de inspecciones laborales, especialmente en el sector informal.

Distribución geográfica y consecuencias

En cuanto a la distribución geográfica, Chiapas, Oaxaca, Puebla y Guerrero registran las tasas más altas de trabajo infantil en el país, superando el 20% en algunas regiones rurales. Estas entidades comparten altos niveles de pobreza multidimensional, escaso acceso a servicios educativos y un fuerte arraigo a actividades agrícolas de subsistencia.

La exposición a trabajos peligrosos —que abarca el uso de maquinaria, contacto con pesticidas, cargas pesadas o jornadas prolongadas— representa una violación directa a los derechos fundamentales de niñas, niños y adolescentes. Según datos de la STPS, los menores en trabajos peligrosos están más expuestos a accidentes, enfermedades respiratorias y deserción escolar temprana.

La persistente desigualdad de género en las formas de trabajo infantil refleja roles tradicionales en el entorno familiar. Mientras los niños suelen ser empleados en sectores como el campo o la construcción, las niñas suelen asumir tareas domésticas extensas no remuneradas. Estas actividades, aunque no siempre visibles en estadísticas formales, representan una forma de trabajo infantil cuando impiden el acceso a educación o implican riesgos físicos o psicológicos.

Retos para las políticas públicas

La asistencia escolar, que debería ser garantizada por el Estado hasta el nivel medio superior, se ve directamente afectada: más del 21% de los menores trabajadores no asiste a la escuela. Este dato refuerza la necesidad de políticas públicas que articulen educación, protección social y empleo digno para adultos, de modo que los menores no tengan que incorporarse al mercado laboral por necesidad económica.

El Gobierno de México, a través de la STPS y el SIPINNA, ha puesto en marcha programas como el Programa para Prevenir y Erradicar el Trabajo Infantil (PROPETI). No obstante, especialistas advierten que su alcance es aún limitado por restricciones presupuestales y falta de coordinación entre niveles de gobierno.

Con información de Excélsior

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