En febrero de 2024, la desaparición de Joshlin Smith, una niña de seis años con ojos verdes brillantes y piel clara, conmocionó a la comunidad de Saldanha Bay, Sudáfrica. Inicialmente, su madre, Kelly Smith, de 35 años, afirmó que la niña había desaparecido misteriosamente, lo que generó una búsqueda nacional e incluso internacional.
Sin embargo, las investigaciones revelaron que Smith había vendido a su hija por 20 mil rands (aproximadamente 21 mil pesos mexicanos) a un sangoma, un chamán o curandero tradicional sudafricano, que buscaba utilizar los ojos y la piel de la niña en rituales.
El juicio, que duró ocho semanas, se llevó a cabo en un centro deportivo local para acomodar a la gran cantidad de asistentes.
Durante el proceso, se presentaron testimonios de más de 30 testigos, incluyendo a vecinos y un pastor local, quienes afirmaron que Smith había expresado su intención de vender a sus hijos por sumas tan bajas como 5 mil pesos mexicanos cada uno.
Los documentos judiciales, fue descrita como “la mente maestra del tráfico de su propia hija”.
La Autoridad Nacional de Procesamiento Penal (NPA) evidenció que Joshlin fue “vendida y entregada al comprador” para fines de “explotación, es decir, esclavitud o prácticas similares”.
El juez Nathan Erasmus condenó a Smith, a su novio Jacquen Appollis y a su amigo Steveno van Rhyn a cadena perpetua por tráfico humano y a 10 años adicionales por secuestro.
El caso de Joshlin Smith ha resaltado la grave problemática del tráfico infantil en Sudáfrica, donde se reportaron más de 17 mil casos de secuestro en el último año, un aumento del 11 por ciento respecto al año anterior.
La comunidad de Saldanha Bay y el país entero han expresado su indignación y dolor por este caso, que ha puesto en evidencia la necesidad de fortalecer las medidas de protección infantil y combatir las prácticas tradicionales que ponen en riesgo la vida de los menores.
Excelsior