En la última década, el tráfico de drogas en América Latina ha evolucionado significativamente, empleando métodos cada vez más atractivos, como los semisumergibles y las lanchas rápidas go fast.
Estas embarcaciones especializadas, diseñadas para eludir la detección, han planteado un reto mayúsculo para las fuerzas navales de la región, incluida la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar), misma que ha respondido con inteligencia, tecnología avanzada y una estrategia integral de dominio marítimo.
Construidos artesanalmente en la selva colombiana, los semisumergibles son embarcaciones diseñadas para ser casi invisibles al radar, navegando apenas por debajo de la superficie del agua.
Sus dimensiones oscilan entre los 10 y 25 metros de largo, estas estructuras de fibra de vidrio tienen capacidad para transportar de una a tres toneladas de cocaína y pueden alcanzar velocidades de nueve a 15 nudos (16.7 a 27.8 km/h).
Su fabricación artesanal no los limita para su navegación, que incluye tecnología de última generación para poder navegar en mar abierto sin ningún problema, su tripulación suele estar compuesta por dos a cuatro personas y algunos cuentan con compartimentos ocultos para maximizar su capacidad de carga.
Desde su detección en aguas nacionales, la Armada de México ha creado diversas estrategias para su localización, la cual se basa en sobrevuelos con aviones Spartan con cámaras de ultradefinición para la localización de embarcaciones que se pueden perder en el contraste del color del mar.
Los asesores del crimen organizado, sabedores de estos contrastes, sugirieron pintar los semisumergibles de color azul, verde, gris o negro con la finalidad de mimetizarse con el mar para que sean casi indetectables desde el aire.
Excelsior