El presidente ruso, Vladimir Putin, ha pavoneado el liderazgo de Rusia en armas hipersónicas, pero detrás de esta fachada de progreso tecnológico, una oscura ola de represión ha sacudido la comunidad científica del país. En los últimos años, numerosos físicos rusos vinculados al desarrollo de esta tecnología han sido arrestados por traición, sumiéndolos en un limbo legal sin claridad sobre sus acusaciones.
Las detenciones, en su mayoría de científicos mayores, han desatado críticas de grupos de derechos humanos, quienes denuncian una represión excesiva. Algunos de los arrestados han fallecido, mientras que otros, como Vladislav Galkin, enfrentan un futuro incierto tras ser arrancados de sus hogares en allanamientos nocturnos.
Acusaciones
La situación, que afecta a 12 físicos desde 2015, ha dejado en el aire la colaboración científica internacional y ha sembrado el miedo entre los investigadores rusos. Acusados de alta traición, se desconoce el alcance de las acusaciones, ya que los juicios se llevan a cabo a puerta cerrada, bajo el velo del secretismo estatal.
La compleja relación entre la ciencia y el estado se evidencia en el caso de Dimitri Kolker, quien fue arrestado mientras recibía tratamiento por cáncer. Su fallecimiento días después, rodeado de acusaciones de colaboración con el extranjero, pone de relieve las sombras que oscurecen el futuro de la investigación científica en Rusia.
Mientras el Kremlin guarda silencio sobre los detalles de los casos, la incertidumbre persiste y el escrutinio internacional aumenta. Los arrestos, aparentemente vinculados con proyectos científicos civiles, arrojan dudas sobre el verdadero motivo detrás de la represión. En un país donde la innovación científica y el control estatal se entrelazan, la lucha por la verdad y la justicia continúa en la penumbra.
Información de la mano con BCC
