Los conductores de un centenar de líneas de autobuses que operan en la zona metropolitana de Buenos Aires llevaron a cabo el jueves una huelga de 24 horas en demanda de aumentos salariales atrasados, en medio de un clima de creciente preocupación por la inflación descontrolada y la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos.
Los choferes, afiliados al sindicato Unión Tranviarios Automotor (UTA), afirmaron que suspenderán lo que denominaron «retención de tareas» si las empresas de transporte les pagan las sumas que reclaman, aunque varios empresarios han advertido que no están en condiciones de hacerlo.
Aunque algunas líneas continuaron operando en la capital y sus alrededores, el paro afectó a alrededor de cuatro millones de personas, según el portavoz presidencial Manuel Adorni, quien calificó la medida como «horrorosa».
Esta es la segunda huelga de este tipo llevada a cabo por los choferes en los últimos dos meses, lo que llevó al gobierno a convocar a una reunión con la UTA y las cámaras empresariales del sector para buscar una solución.
La medida de fuerza se produce en medio de una negociación salarial en curso, con los empresarios y el sindicato en desacuerdo sobre los aumentos pactados para enero y febrero.
Mientras tanto, el gobierno ha recortado los subsidios al transporte como parte de sus políticas de ajuste para reducir el déficit, lo que ha llevado al aumento de las tarifas y ha generado tensiones sociales, incluyendo manifestaciones y huelgas en varios sectores en reclamo de aumentos salariales en un contexto de alta inflación y recesión económica.
Información de la mano con La Jornada
