Irán votaba en sus primeras elecciones parlamentarias desde las protestas masivas de 2022 contra la obligatoriedad del hiyab tras la muerte de Mahsa Amini.
El líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei, de 84 años, fue uno de los primeros en participar en una votación en la que se renovará también la Asamblea de Expertos.
El comité de clérigos, con un mandato de ocho años, es el encargado de elegir a un nuevo líder si Jamenei renuncia o fallece, por lo que su papel tiene una renovada importancia debido a la edad del mandatario.
Jamenei votó ante una multitud de reporteros en Teherán, con su mano izquierda temblando ligeramente mientras cogía la boleta con la derecha, paralizada desde un atentado en 1981.
El dirigente instó a la población a votar lo antes posible y dijo que tanto los amigos como los enemigos del país estaban pendientes de la participación.
“Presten atención a esto, hagan felices a los amigos y decepcionen a quienes desean el mal”, afirmó en unas breves declaraciones junto a las urnas.
Parlamento
Se espera que los primeros resultados de los comicios se den a conocer, el sábado.
Unos 15.000 candidatos aspiran a los 290 escaños del parlamento, conocido oficialmente como Asamblea Consultiva Islámica. Los mandatos son por cuatro años y hay cinco puestos reservados para las minorías religiosas del país.
De acuerdo con la ley, el parlamento supervisa al poder ejecutivo, vota los tratados y gestiona otros asuntos, aunque en la práctica, el poder absoluto reside en el líder supremo.
Los conservadores han controlado el parlamento durante las dos últimas décadas, y a menudo se escuchan cánticos de “Muerte a Estados Unidos”.
Con Mohammad Bagher Qalibaf — un exgeneral de la Guardia Revolucionaria que respaldó una violenta represión contra universitarios en 1999 — como presidente de la cámara, en 2020 se impulsó un proyecto de ley que restringía enormemente la cooperación de Teherán con la agencia de supervisión nuclear de Naciones Unidas, el Organismo Internacional de la Energía Atómica.
La medida siguió a la decisión tomada en 2018 por el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de retirar de forma unilateral a Washington del histórico acuerdo nuclear entre la República Islámica y las potencias internacionales.
Esto desencadenó años de tensiones en Oriente Medio y llevó a Irán a enriquecer uranio a un nivel de pureza sin precedentes que le permitiría tener combustible suficiente para “varias” armas nucleares si lo decide.
Más recientemente, el parlamento se ha centrado en cuestiones relacionadas con la obligatoriedad del hiyab, o pañuelo, para que las mujeres se cubran la cabeza, después de la muerte de Amini, de 22 años, en 2022 tras haber sido detenida por la policía.
El deceso provocó protestas a nivel nacional que pronto se transformaron en pedidos para derrocar a la teocracia gobernante. La represión posterior dejó más de 500 muertos y más de 22.000 detenidos.
Los llamados a boicotear las elecciones han aumentado en las últimas semanas e incluyeron el de la encarcelada Nobel de la Paz Narges Mohammadi, una activista por los derechos de la mujer, que calificó los comicios de “farsa”.
Esto renueva la presión sobre el gobierno: desde la Revolución Islámica de 1979, la teocracia iraní ha basado su legitimidad en la participación electoral.
Con información de AP News.