Los residentes de la isla española de Tenerife vieron desesperados el viernes cómo el fuego y el humo envolvían las verdes montañas un día después de que las autoridades ordenaran la evacuación de miles de aldeanos.
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Vanesa Hernández, de 42 años, se vio obligada a abandonar su tierra en el pueblo de Aguamansa y mudarse al pueblo de Orotava, más abajo en la montaña. Los vecinos la ayudaron a llevar sus caballos, ponis y gallinas a un lugar seguro.
“Nuestras vidas quedan ahí… Estamos desamparados, no sabemos qué va a pasar con nosotros y con nuestras casas, con la gente en general, y no tenemos palabras para describir el sentimiento de injusticia”, dijo conteniendo las lágrimas.
Las autoridades dijeron el viernes que los esfuerzos de contención y un clima más favorable habían frenado la propagación del incendio , pero eso fue un pequeño consuelo para Hernández.
“Son los pulmones de nuestra isla y ahora tenemos una montaña calva”, dijo, culpando a la falta de acción preventiva por parte de las autoridades.
Los expertos han señalado el abandono de las tierras rurales y la acumulación de material combustible en los bosques como un factor clave junto con el aumento de las temperaturas.
“Antes (las autoridades) llamaban a la gente y nos dejaban limpiar (el bosque)… Lo más triste es que se pudo haber evitado”, agregó Hernández.
El incendio forestal estalló el miércoles en un parque nacional montañoso alrededor del volcán Teide, el pico más alto de España, y ha quemado casi 4 mil hectáreas de vegetación, aunque no ha destruido casas. Pablo Pacheco, de 54 años, elogió a los bomberos y servicios de emergencia por evitar que las llamas llegaran a su casa.
Excelsior