Actualmente, en nuestro país, 15 de cada 100 mexicanos padecen depresión, un trastorno mental que se ha convertido en un problema importante de salud pública y que, de no atenderse de forma adecuada, oportuna y por especialistas, puede agravarse y en algunos casos, conducir al suicidio.
De acuerdo con la Dra. Pamela Garbus, profesora de tiempo completo y coordinadora de la Maestría en Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia de la Facultad de Psicología y Educación (FΨE) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), dicha enfermedad se caracteriza por la presencia de tristeza o sensación de vacío de manera persistente, pérdida de interés por la realización de actividades o pasatiempos que antes resultaban placenteros, irritabilidad, enojo, sentimientos de culpa, trastornos del sueño, falta de apetito, de concentración y de autoestima, así como cansancio, dolores de cabeza, de estómago, calambres e incluso, en algunos casos, la aparición de pensamientos de muerte.
Sin embargo, para la académica es importante diferenciar la depresión de un cuadro de tristeza, la cual, las personas pueden sentirla en distintos momentos de la vida a causa de ciertos eventos o circunstancias, pero con una duración limitada, es decir, el sentimiento permanece algunas semanas y no llega a generar cambios en el comportamiento. Plantea que es necesario reconocer la tristeza y trabajar en ella, para restaurar el bienestar en las personas.
Por el contrario, la depresión, es una enfermedad mental que no se espera que las personas la sientan a lo largo de la vida y que les afecta tanto física como mentalmente; aunado a que es de carácter multicausal, esto es, que no existe un solo factor que la detone, además de ser un fenómeno que puede generarse en personas de cualquier estatus social, nivel económico y condición de vida.
“Existen poblaciones más vulnerables y eso nos lo demuestra la clínica, las estadísticas y los estudios realizados, por ejemplo, las niñas, niños, adolescentes y adultos mayores suelen ser población especialmente de riesgo para este cuadro”, explicó.
En los adultos mayores, su surgimiento también es multicausal e intervienen factores biológicos (predisposición genética, comorbilidades) y factores psicosociales (pérdidas que suelen vivir en esta etapa vital, la falta de redes de apoyo, entre otros).
Respecto a las niñas, niños y adolescentes, su vulnerabilidad está dada por la carencia de recursos materiales y oportunidades en la vida, la presión social por encajar en determinados estándares, la exploración de su propia identidad, incluso de género, en especial, cuando sienten no acoplarse a las exigencias del entorno, así como una mala relación con sus padres y grupos de pares. También, es preciso decir que las mujeres, como grupo social, prácticamente duplican las probabilidades de tener un diagnóstico de depresión respecto de los hombres.
En cuanto al tipo de depresión que una persona puede llegar a padecer, la más común, es la denominada “mayor”, para confirmar su diagnóstico tiene que darse la presencia de determinados síntomas durante, al menos, las últimas dos semanas; la “moderada”, cuadro que caracteriza a los pacientes con síntomas de depresión durante más de dos semanas pero que, sin embargo, no cumplen criterios estrictos de depresión mayor.
También, se puede identificar el “trastorno distímico”, que se refleja en un estado bajo de ánimo permanente por más de dos años; y la “depresión reactiva”, que se caracteriza por la identificación de una situación desencadenante que ocurrió unos tres meses previos.
“Cuando algunos de los síntomas permanecen por dos semanas o más, podríamos decir que es un indicador que se debe pedir ayuda. Se recomienda acudir directamente con un profesional de la salud mental, ya sea un psiquiatra, quien puede indicar si es necesario o no la aplicación de la psicofarmacología e indicará un tratamiento terapéutico; o un psicólogo, quien evaluará al paciente e indicará si es preciso canalizarlo al psiquiatra y atenderlo de forma integral; incluso, el médico de primer nivel de atención puede evaluar si se trata de depresión y conducir al paciente para la atención adecuada”, afirmó.
La estigmatización
Al recordar el 13 de enero, Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, la Dra. Garbus refirió que es importante seguir conmemorando esta fecha, sobre todo, para que se instauren mayores políticas públicas en la atención de dicha enfermedad, así como para colaborar en eliminar la estigmatización hacia las personas que la padecen, quienes, incluso por este temor, no acuden a solicitar ayuda.
“Tenemos en México un escenario complejo y que complica aún más esta situación, y es que existen grandes barreras de acceso para la atención de la salud mental, que se dan, entre otras cosas, por un tema de estigma, no hay políticas públicas que den mayores servicios de atención y las personas no acuden rápidamente a pedirla como normalmente acudirían en otras atenciones médicas. La salud mental no está considerada una prioridad sino un lujo. Por otro lado, el estigma hace que las personas que padecen depresión sean muchas veces tildadas de débiles, sin voluntad o bien, producto de algo que la persona está haciendo mal. Por eso, es tan importante hablarlo, hay que erradicar el estigma”, refirió.