jueves, noviembre 28, 2024
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Tu perro sí es capaz de reír y hasta de sentir celos

Con frecuencia, quienes tienen animales de compañía se preguntan qué tanto de nuestra manera de reaccionar, tienen los perros.

Y te sorprenderá saber de lo que son capaces, de acuerdo con estudios científicos. Reír es una de sus cualidades, pero sentir celos también lo es.

Alberto Tejeda Perea, es pionero en etología clínica.

Y de acuerdo con sus investigaciones, ha encontrado varias respuestas a esa empatía que suponemos que existe entre dueño y mascota.

La ciencia de la etología clínica, o psiquiatría clínica veterinaria, estudia, previene y diagnostica las alteraciones del comportamiento de animales como perros, gatos, aves y hurones, y diseña terapias para tratarlas.

Sobre esta área de la medicina veterinaria giran las pasiones científicas del doctor Alberto Tejeda Perea, coordinador del área clínica del Hospital de Especialidades en Etología y Fauna Silvestre de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.

La preocupación por el bienestar de los animales surgió en Inglaterra en los años 60 como respuesta a la explotación de los animales de granja, que eran tratados como cosas. Se formo así un movimiento que pugna porque los animales no padezcan dolor, sed ni hambre y reivindica su derecho al bienestar emocional.

Pionero de investigación en etología clínica en la UNAM y Latinoamérica, Tejeda explica a ¿cómo ves? Revista de divulgación científica de la UNAM, la importancia que ha adquirido esta disciplina en el contexto de la medicina veterinaria.

En las terapias con perros he observado que el papel de éstos dentro de las familias actuales ha cambiado. Hoy hay una fuerte codependencia entre el animal y el propietario, apego que es normal para sobrevivir en términos de adaptación, considerando que los perros son algo así como lobos mentalmente inmaduros, y por lo tanto dependientes de los seres humanos, lo que los hace diferentes a los lobos. En ocasiones, al dejarlos solos, se presenta lo que se conoce como ansiedad por separación o síndrome de ansiedad general (angustia en los humanos). Este hecho nos ha llamado la atención por su semejanza con el equivalente humano a nivel conductual-emocional. Esa es mi línea principal de investigación”.

La etología moderna, subraya Tejeda, aplica la metodología científica de Niko Timbergen, conocido como uno de los padres de la etología y ganador del Premio Nobel en Fisiología. Ésta se basa en cuatro preguntas: ¿por qué actúa un animal de determinada manera?, ¿por qué cambia de conducta con el aprendizaje?, ¿que influencia tiene la genética en la conducta? y ¿cuál es el disparador de esa conducta desde el punto de vista fisiológico? Como resultado de esto, la etología clínica observa en los animales las variables fisiológicas y trata de entender el medio físico y el medio social del animal, así como su relación con los humanos y sus manifestaciones conductuales.

Me intrigan los estudios comparativos de humanos y animales por la semejanza que se ha observado en el funcionamiento neurológico de unos y otros. Por ejemplo, se ha comprobado que algunos animales sufren también algo parecido al mal de Alzheimer, que en perros y aparentemente en gatos se conoce como síndrome de disfunción cognitiva y consiste en desorientación, cambios en el ciclo del sueño y la conducta”.

Tejeda añade que hace tiempo se sospechaba que los perros podían padecer esquizofrenia y los estudios recientes han podido constatar que es muy posible que si. De hecho, los etólogos clínicos han aplicado a los animales tratamientos farmacológicos que se aplican a las personas.

En este proceso la educación y la actitud del propietario son fundamentales para rectificar la conducta de la mascota. Tejeda recuerda: “Durante un año tratamos con terapia de etología clínica a Dalí, un perro chihuahua, que llegó a nuestro hospital sin pelo por una dermatitis aguda. Ahora está saludable”.

Después de su jornada académica, el doctor Tejeda disfruta la pintura de los impresionistas. Suele ir al cine y a la ópera, y tiene una suntuosa voz de tenor. Ha sido cantante del coro de su facultad y disfruta interpretar música romántica. En poco tiempo Alberto Tejeda Perea cumplirá 25 años de docencia, labor en la que trata de contagiar a los jóvenes de sus aspiraciones científicas.

Excélsior

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