La lactosa se encuentra en casi todos los productos lácteos, por lo que de presentar intolerancia se dificulta digerir su azúcar, debido a una deficiencia de la enzima lactasa, que provoca diarrea y retortijones abdominales.
La lactosa, el azúcar que predomina en la leche y otros productos lácteos, es dividida por la enzima lactasa, la cual es producida por las células del revestimiento interno del intestino delgado. Si hay ausencia de lactasa, la lactosa no puede digerirse ni absorberse.
Los niveles de lactasa son altos en recién nacidos, lo cual les permite digerir la leche, sin embargo, en el 80 por ciento de los grupos étnicos como afroamericanos y asiáticos, los niveles de lactasa disminuyen después del destete o proceso por el cual se comienza a dejar de dar el pecho para pasar a darle otro alimento al bebé.
Algunos factores de riesgo pueden ser edad avanzada, origen étnico, enfermedades que afectan el intestino delgado y nacimiento prematuro, ya que los bebés prematuros pueden tener niveles reducidos de lactasa debido a que el intestino delgado no genera células productoras de lactasa hasta fines del tercer trimestre, de acuerdo con la Clínica Mayo.
Las personas con este padecimiento no suelen tolerar la leche ni otros productos lácteos, en los niños se produce diarrea y falta del aumento de peso cuando la leche forma parte de su dieta y en los adultos se produce hinchazón abdominal, retortijones, diarrea, flatulencias, náuseas, entre otros.
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